jueves, abril 07, 2016

10Y7

Esta mañana seis niños y sus madres ocupaban la sección del tren a la que usualmente me subo. Cada uno llevaba un Nintendo DS y jugaban todos el mismo juego de carreras de karts. Las madres, desentendidas, charlaban o dormitaban. Aunque el tren se fue llenando, los niños siguieron festivos, hablando sin mirarse, o mirándose a través de sus personajes. 


Mi reacción inicial fue la de buscar algo que recriminar. Ver la gente ensimismada en sus pantallas es un paisaje cotidiano y triste. Darle un aparato de eso a los niños para que no molesten, una táctica común de padres cansados—con o sin razón. Pero la verdad es que en el tren no hay mucho más que hacer y, en últimas, estaban disfrutando entre todos. ¡Qué maravillosa es la tecnología!

La tropa se bajó una estación antes de la mía, así que no pude leer. Tampoco pude evitar sentirme un poco viejo. 


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