lunes, julio 27, 2015

Tarea terrorista

El otro día en Twitter, @sandraborda publicó el siguiente trino, en parte como invitación a leer el libro Talking to Terrorist de Jonathan Powell

Varios en la tribuna le dimos ejemplos que desvirtúan la hipótesis y el asunto terminó en una acusación generalizada sobre los debates sobre libros que no se han leído. En lo personal, creo que este reclamo tampoco tiene mucho sustento mas, por no dejar pasar, hice el esfuerzo de leer la muestra gratis del libro para el kindle—introducción y parte del primer capítulo. Los siguientes son los comentarios de la lectura: 

+ El autor reconoce desde el principio que su trabajo no es académico. En ese sentido, la afirmación, más que una hipótesis que va a ser puesta a prueba, debería ser tomada por el lector como una convicción o como una estrategia de ventas. 

+ Lo último porque al parecer la verdadera intención del autor es escribir sobre el arte de la negociación, un tema que sin duda es muy importante y relevante para el momento actual en Colombia—aunque menos atractivo sin la primera afirmación. 

+ Además, la definición de terrorismo escogida por el autor—no existe un acuerdo al respecto—podría invalidar la afirmación, ya que terroristas (cito de memoria, por que las muestras gratis no permiten subrayar) son aquellos grupos que tienen soporte político de base que dificultan una solución por la fuerza. Es decir, la afirmación puede que no sea ni hipótesis, ni convicción, sino una definición. 

+ Me quedo con la duda de saber a que se refiere en últimas el autor con negociar, dado que el primer capítulo empieza presentando el asunto como que el punto es no negarse a hablar, pero no ceder. Esto suena muy bonito en principio, pero no veo muy claro que es negociar sino ceder en alguna forma. El asunto tiene un aire del famoso "sólo la puntica", con lo cual no digo que esté en contra de negociar (es importante hacerlo) sino que no es honesto vender la negociación como un proceso en el que no se va a dar (¿perder?) algo. 




domingo, julio 26, 2015

Bitácora del verano


Esta semana acabó el pre-escolar y por más de un mes Kensuke estará todo el día en casa. Aunque es muy pronto para que le dejen tareas, desde ya lo van acostumbrando a mantener una rutina durante el descanso, así no le da duro cuando tenga que volver. Usando calcomanías, cada día debe completar un calendario con ciertas actividades: cepillarse los dientes, ordenar sus cosas, registrar si hubo algún evento especial, llevar la bitácora del clima y la de sus excrementos. Para esto último hay cuatro tipos de calcomanías: la bichi-bichi para la soltura, el koro-koro para las bolitas estreñidas, el moko-moko para la masa a medio camino de la consistencia saludable, y por último el añorado bollo banana. Es así que todas las mañanas vamos juntos a comprobar cual es la calcomanía del día y comentamos los resultados durante el desayuno. Ambiente familiar. 

lunes, julio 13, 2015

Tegucigalpa blues

Hace 17 años el Huracán Mitch se enzañó con los hondureños. Desvió su furia en un giro inesperado y les recorrió de este a oeste sin dejar piedra sin lavar. Los 600 milímetros de lluvia incesante arrastraron miles de vidas, de tierras, de bestias, de montañas que luego represaron las aguas y se llevaron más vidas y más de todo. 


Las huellas de la tragedia siguen ahí para el que sabe ver, o por lo menos para todo el que anhela un país mejor. Sin distingos, la gente contesta que el proceso de reconstrucción no ha acabado. Los muchos problemas de la cotidianidad encuentran un origen mítico en aquella debacle, no es fácil decir cuándo se volvió a la normalidad, como si la vida atropellada del subdesarrollo se resistiera a tal descripción. 

Sin embargo, los estantes de las librerías cuentan otra historia. Es casi imposible encontrar trabajos acerca de las heridas que dejó el Mitch, de como los hondureños salieron adelante, de lo que se hizo y lo que no se pudo, de que es aquello que no podrá jamás ser recuperado. 

En su lugar, pandilleros y otros criminales monopolizan las vitrinas. El legado militar de la Guerra Fría desvela a los académicos, y el golpe de estado urge una nueva reconstrucción. Una reconstrucción democrática. 

***

La primera reunión antes de cualquier trabajo de campo debía ser con el asesor de seguridad. El militar retirado, al enterarse de que era colombiano, no pudo ocultar cierta vergüenza. Vergüenza de tener que hablar como habló de su tierra con alguien que tal vez entendía cómo las cosas no son tan color de hormiga. Vergüenza de tener que confinarme a los inanes centros comerciales, lejos de la mano invisible del hampa, tan omnipresente y astuta como Dios. Vergüenza, en últimas, de hacer su trabajo. 

Pero, una semana después de andar de arriba a abajo, no me consta que el peligro sea tal. Claro, desde la tribuna es muy fácil, pero la policía no es tan numerosa como se esperaría. La gente parece tranquila en la calle, y lo más amenazador parece ser el calor y la sequía. 

De hecho, las inusuales piruetas que deben hacer los aviones para aterrizar en Tegucigalpa son quizá lo más emocionante que va a pasar