lunes, julio 07, 2014

Suerte moderna

¿De cuándo acá aquello de que una cagada de pájaro es de buena suerte? No se trata de desvirtuar un dicho tan compasivo y desinteresado, tanto y más cuando el reflejo animal sería lo contrario: burlarse de la desgracia ajena. La pregunta hace referencia es al momento histórico en el que la humanidad desarrolló tal consideración por aquellos que se encontraban en el sitio equivocado durante el grácil planear de esas criaturas tan flojas de esfínter, pues en principio parecería que la frecuencia de estos incidentes no amerita un dicho. 

Los oráculos griegos eran famosos por vaticinar victorias o problemas si se avistaban tal o cual ave que representaba alguno de los dioses. El búho de Minerva, el faisan de Zeus. Pero de cagadas, nada. Tal vez sea un dicho marinero por aquello de las gaviotas que se agolpan en los muelles a tragar la basura de los barcos pesqueros. Tal vez llegó en burro hasta lo alto de las cordilleras y se perpetuó con las traicioneras bandadas de palomas que habitan las plazas. Tal vez, pero suena reforzado. 

Parece más lógico pensar que el dicho es un subproducto de la invención de la electricidad, el telégrafo y la distribución de la corriente por las ciudades y hasta por el campo. Los cables que van de poste en poste en las ciudades de todo el mundo deben haber aumentado la probabilidad de ser cagado por un pájaro de manera crítica, hasta el punto de merecer una voz de aliento que suena a sabiduría milenaria. Si algo de cierto hay en la relación entre el dicho y la electricidad, bienvenidas sean las cagadas en el nombre del progreso. 




domingo, julio 06, 2014

Lección de juegos

Algo que he aprendido de los juegos de mesa es que entre más larga sea una partida mayor debe ser la satisfacción que debe dar el simple hecho de jugar. No tiene mucho sentido pasarse horas fraguando estrategias, gastándole energía a la suerte y devanándose los sesos en decisiones difíciles a las que uno se ha sometido voluntariamente para que al final un simple marcador reduzca toda la experiencia a la frustración de varios y a la gloria de uno. Un juego largo debe proporcionar un sentido de realización durante el proceso en que cada jugador se enfrenta al problema y usa los recursos que tiene a disposición como mejor le parece. En lo posible, el juego debe dejar huellas para que luego se mire atrás y se entienda que tanto influyó el azar, como las decisiones dieron frutos más o menos provechosos, como podría hacerse mejor si existe una próxima vez. Eso, el éxito del juego está en que se quiera volver. Por supuesto que es ideal ganar, pero la victoria en un juego largo es efímera porque deja solos a los ganadores, tanto más si el hambre por vencer es más fuerte que el goce del juego. 

Es gracioso, pero es suficiente con que un juego dure un poco más de una hora para que empiece a parecerse a la vida misma.