miércoles, agosto 26, 2015

Comunismo (o algo así)

Frente al trabajo ha habido obras durante todo el año. Los vecinos capitalistas decidieron modernizar sus oficinas, construyendo edificios nuevos en dos de las manzanas aledañas. A pesar de la polvareda, la entrada al instituto está ganando algo de vida. 


Durante estos meses, el polvo no ha sido  el impacto más notorio. Encontrar lugar en la cafetería a la hora del almuerzo se volvió un problema, obligándonos a varios a comer un poco más temprano. Eso sí, el paisaje inusual de obreros es algo que por lo menos yo he disfrutado, y sobre el que no he escuchado queja alguna. Produce cierta alegría que, sin importar el tipo de trabajo que hagamos, todos podamos comer en el mismo sitio. 

Quizá es esto lo que más me chocó del viaje a Honduras en julio. A pesar dela gran diferencia de ingresos, los precios de la comida son muy similares a los de Japón. Aún así, los restaurantes siempre estaban llenos. ¿Por qué? 

Lo único que se me ocurre es que las remesas se malgastan en mantener unos patrones de consumo similares a los que existen en los lugares donde originan tales remesas. Algo similar se ve en Filipinas, tierra de centros comerciales. Me quedo entonces sin entender cual es la tal promesa de financiar el desarrollo a punta de remesas. 

lunes, julio 27, 2015

Tarea terrorista

El otro día en Twitter, @sandraborda publicó el siguiente trino, en parte como invitación a leer el libro Talking to Terrorist de Jonathan Powell

Varios en la tribuna le dimos ejemplos que desvirtúan la hipótesis y el asunto terminó en una acusación generalizada sobre los debates sobre libros que no se han leído. En lo personal, creo que este reclamo tampoco tiene mucho sustento mas, por no dejar pasar, hice el esfuerzo de leer la muestra gratis del libro para el kindle—introducción y parte del primer capítulo. Los siguientes son los comentarios de la lectura: 

+ El autor reconoce desde el principio que su trabajo no es académico. En ese sentido, la afirmación, más que una hipótesis que va a ser puesta a prueba, debería ser tomada por el lector como una convicción o como una estrategia de ventas. 

+ Lo último porque al parecer la verdadera intención del autor es escribir sobre el arte de la negociación, un tema que sin duda es muy importante y relevante para el momento actual en Colombia—aunque menos atractivo sin la primera afirmación. 

+ Además, la definición de terrorismo escogida por el autor—no existe un acuerdo al respecto—podría invalidar la afirmación, ya que terroristas (cito de memoria, por que las muestras gratis no permiten subrayar) son aquellos grupos que tienen soporte político de base que dificultan una solución por la fuerza. Es decir, la afirmación puede que no sea ni hipótesis, ni convicción, sino una definición. 

+ Me quedo con la duda de saber a que se refiere en últimas el autor con negociar, dado que el primer capítulo empieza presentando el asunto como que el punto es no negarse a hablar, pero no ceder. Esto suena muy bonito en principio, pero no veo muy claro que es negociar sino ceder en alguna forma. El asunto tiene un aire del famoso "sólo la puntica", con lo cual no digo que esté en contra de negociar (es importante hacerlo) sino que no es honesto vender la negociación como un proceso en el que no se va a dar (¿perder?) algo. 




domingo, julio 26, 2015

Bitácora del verano


Esta semana acabó el pre-escolar y por más de un mes Kensuke estará todo el día en casa. Aunque es muy pronto para que le dejen tareas, desde ya lo van acostumbrando a mantener una rutina durante el descanso, así no le da duro cuando tenga que volver. Usando calcomanías, cada día debe completar un calendario con ciertas actividades: cepillarse los dientes, ordenar sus cosas, registrar si hubo algún evento especial, llevar la bitácora del clima y la de sus excrementos. Para esto último hay cuatro tipos de calcomanías: la bichi-bichi para la soltura, el koro-koro para las bolitas estreñidas, el moko-moko para la masa a medio camino de la consistencia saludable, y por último el añorado bollo banana. Es así que todas las mañanas vamos juntos a comprobar cual es la calcomanía del día y comentamos los resultados durante el desayuno. Ambiente familiar. 

lunes, julio 13, 2015

Tegucigalpa blues

Hace 17 años el Huracán Mitch se enzañó con los hondureños. Desvió su furia en un giro inesperado y les recorrió de este a oeste sin dejar piedra sin lavar. Los 600 milímetros de lluvia incesante arrastraron miles de vidas, de tierras, de bestias, de montañas que luego represaron las aguas y se llevaron más vidas y más de todo. 


Las huellas de la tragedia siguen ahí para el que sabe ver, o por lo menos para todo el que anhela un país mejor. Sin distingos, la gente contesta que el proceso de reconstrucción no ha acabado. Los muchos problemas de la cotidianidad encuentran un origen mítico en aquella debacle, no es fácil decir cuándo se volvió a la normalidad, como si la vida atropellada del subdesarrollo se resistiera a tal descripción. 

Sin embargo, los estantes de las librerías cuentan otra historia. Es casi imposible encontrar trabajos acerca de las heridas que dejó el Mitch, de como los hondureños salieron adelante, de lo que se hizo y lo que no se pudo, de que es aquello que no podrá jamás ser recuperado. 

En su lugar, pandilleros y otros criminales monopolizan las vitrinas. El legado militar de la Guerra Fría desvela a los académicos, y el golpe de estado urge una nueva reconstrucción. Una reconstrucción democrática. 

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La primera reunión antes de cualquier trabajo de campo debía ser con el asesor de seguridad. El militar retirado, al enterarse de que era colombiano, no pudo ocultar cierta vergüenza. Vergüenza de tener que hablar como habló de su tierra con alguien que tal vez entendía cómo las cosas no son tan color de hormiga. Vergüenza de tener que confinarme a los inanes centros comerciales, lejos de la mano invisible del hampa, tan omnipresente y astuta como Dios. Vergüenza, en últimas, de hacer su trabajo. 

Pero, una semana después de andar de arriba a abajo, no me consta que el peligro sea tal. Claro, desde la tribuna es muy fácil, pero la policía no es tan numerosa como se esperaría. La gente parece tranquila en la calle, y lo más amenazador parece ser el calor y la sequía. 

De hecho, las inusuales piruetas que deben hacer los aviones para aterrizar en Tegucigalpa son quizá lo más emocionante que va a pasar

domingo, marzo 29, 2015

Universidad para señoritas


Foto cortesía de Google

Este mes tuve la oportunidad de visitar la Universidad para mujeres Ewha en Seúl, como parte de mi trabajo. El viaje fue organizado a última hora y no tuve tiempo para buscar alojamiento, así que decidí quedarme en el campus. Además, ¿cada cuánto se tiene la oportunidad de quedarse en tal lugar?

En el contexto colombiano, la idea de una universidad para señoritas no tiene mucha resonancia. Sin contar facultades que son de facto femeninas—el recuerdo de fonoaudiología en el Rosario me viene a la mente—tal vez el Colegio Mayor de Cundinamarca es el único ejemplo que conozco. Ahora incluso los colegios femeninos (y masculinos) están desapareciendo.  Pero por lo menos en Japón y en Corea del Sur son comunes y han jugado un rol importante (aunque proclive a la crítica Occidental) en el desarrollo de sus sociedades. 

Alguna vez leí que, por lo menos en provincia durante la industrialización de Japón, la educación femenina fue más importante que la masculina. Primero se construían los bachilleratos y universidades para mujeres que sus contrapartes para hombres. La razón es simple: todo lo que los hombres necesitan aprender para el trabajo lo pueden aprender trabajando. Sin embargo, la economía del hogar, los adelantos en salud, nutrición, las tecnologías para el hogar no les pueden llegar a la población sin educación. El avance en el nivel más básico en salud pública depende de que el conocimiento científico sea entendible y llegue a todos.

El rol de preparar amas de casa ha dejado de ser tan explícito, sobretodo porque la mano de obra femenina se ha hecho necesaria para muchas otras ocupaciones, pero no ha desaparecido. Claro que el caso de Ewha es distinto. Ewha es una de las más prestigiosas de Corea del Sur y, por los menos mis anfitriones en la escuela de estudios internacionales, tienen una planta de primer nivel. Las graduadas de esta facultad suelen entrar a la cancillería o a la agencia de cooperación internacional del país;  supongo que el Secretario General de la ONU también motiva a participar en agencias del sistema. Al parecer también se han convertido en un nicho para estudiantes adineradas de economías emergentes, cuyos padres desconfían de las universidades tradicionales. Las becas que ofrece el gobierno también ayudan. De hecho, en la charla que di sólo la mitad del público parecía local, incluyendo estudiantes del sureste asiático, África y medio oriente. Es admirable como una nación tan pequeña logra de esta manera generar vínculos con el mundo entero, a partir de una institución que a muchos parecerá retrograda. Estos y otros encuentros me han hecho sentir que Latinoamérica se va quedando atrás en el proceso de integración global, con inciertas consecuencias. 

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Ewha se encuentra en una colina cerca al centro de Seúl. Desde la entrada en el punto más bajo se divisan una multitud de edificios occidentales esparcidos por la loma, extraños a la arquitectura de la zona. Pero unos metros más adelante emerge una mega estructura de vidrio y concreto que es el verdadero atractivo de la universidad. El corredor por el que se entra a Ewha empieza a descender y a lado y lado surgen unos edificios de 4 o 5 pisos, donde hay salones, cafeterías, tiendas y otras amenidades comunes a los complejos universitarios de hoy. Es un valle largo y profundo, un poco claustrofóbico, que maravilla por tan inusitada inmersión, como si fuese un fiordo. El declive gentil se extiende por unos doscientos metros hasta llegar a un final abrupto en unas escaleras fuera de la zanja. La penitencia es larga, como es debido en cualquier templo, sólo que en este caso la estructura desaparece tal como apareció y sigue el campus como si nada. 

La obra es explicada aquí y acá, haciendo alusión a los Campos Elíseos, pero para mí la inspiración original es más primitiva y sublime. Desde lo alto de la escuela de estudios internacionales, desde donde se tomó la foto de arriba, no se puede dejar de pensar que la estructura es una gran vulva, un gran triunfo arquitectónico en un mundo en el que es lo fálico y lo voluptuoso la esencia del monumento, una celebración de la mujer. 

Que la prosperidad acompañe a Ewha por miles más de años.

lunes, enero 12, 2015

Lecturas del 2014


El primer año en la gran ciudad fue un gran éxito en cuanto lecturas. Resultó que la línea de metro al trabajo no es muy popular, por lo cual lleva casi siempre puestos desocupados por la mañana y no se atiborra por las noches, así que hubo casi una hora neta de lectura diaria. En las mañanas por lo general libros académicos para complementar el trabajo y por las noches literatura. Treinta minutos diarios suena a poco, pero es suficiente para leer un poco más de un libro por mes, el doble de lo que se leyó el año pasado. Así que, a pesar del pronóstico negativo, este resultó ser un año revelación en cantidad y, lo que es aún mejor, en calidad. 

Parte del pesimismo derivaba del plan de destinar más tiempo a leer en japonés, pero en la noche de regreso a casa no quedaban muchas ganas de más esfuerzo: de los libros populares tal vez entienda el 80~90%, y de los más complicados el porcentaje puede decrecer ostensiblemente. Aún así, tres libros en ese idioma se colaron este año. 

El primero fue una novela que ganó el Premio Naoki, uno de los dos más famosos premios literarios del país. Cohete del barrio popular, de Jun Ikeida, cuenta la historia de una firma de ingeniería de barrio que desarrolla un sistema de válvulas necesario para un proyecto aerospacial del más alto calibre. La trama se divide en dos arcos narrativos simples: la empresa pequeña no está dispuesta a vender su patente y la grande se rehusa a aceptar como proveedor una empresa de barrio, así que primero intentan por medios legales quebrar la empresa pequeña para que ceda; luego, cuando no pueden, encuentran defectos en la pieza e intentan demostrar que una empresa pequeña no tiene el sistema de calidad necesario para suministrar las piezas. 

¿Desabrido? Puede parecerlo, pero esta novela fue refrescante en varios aspectos. Los humanos pasamos la mayor parte de nuestras vidas trabajando, pero no vienen a la mente muchos trabajos literarios que se centren en esta parte de la vida. Sobretodo si se reconoce la gran complejidad del mundo laboral de hoy. Este año en las mañanas leí la Condición Humana de Hannah Arendt, donde este tema es parte primordial, lo que pudo influir en encontrar el tema interesante. Además, es agradable encontrarse con libros donde los protagonistas no son escritores, ni piensan en escribir, ni quieren escribir, ni están frustrados por no hacerlo. 

Otro libro en japonés fue Poko-chan de Shinichi Hoshi, un escritor de ciencia ficción que escribe cuentos cortos y es famoso por ellos. El tema espacial no me convence tanto, pero en algunos cuentos me recuerda a Poe. Este estuvo muy divertido y quedé con ganas de más y de traducirles algo. El último fue Río Profundo de Shusaku Endo, el mismo de Silencio y Samurai, dos libros fuera de serie. El japonés de este libro es mucho más complicado de lo usual y toco suplementarlo con la traducción al inglés. La historia se desarrolla en India, donde varios personajes van a intentar solucionar distintas crisis en sus vidas. No se compara a lo otros dos libros, en especial porque le hace falta una historia central más fuerte, pero tiene sus momentos. 

En inglés sólo hubo dos títulos, pero los dos fueron superlativos. Tres años después de la primera vez volví a leer a Alicia Munro, esta vez The Love of a Good Woman. Ella no necesita presentación ni recomendación. ¿Por qué no la leo más? Tal vez por lo mismo que uno no se come todo un pote de arequipe, sino que lo va dosificando para magnificar el placer. Dejé comprado el siguiente, por si las moscas. 

The Last Samurai de Helen DeWitt fue el último libro del año y fue una verdadera sorpresa. Un niño prodigio y su particular madre sobreviven en Londres la crianza en medio de dificultades económicas y de adaptación. Es un libro que no sólo está hermosamente escrito, pero es visualmente atractivo. Esta entrevista a la autora puede servir de aperitivo a los interesados. 

Entre los libros en español se colaron cuatro novelas colombianas — contando como dos el libro de Ricardo Silva. Entre ellas, la mejor es sin dudas Sin Remedio de Antonio Caballero. No entiendo por que este libro no es más famoso. Ya ni recuerdo por que accidente vine a saber de él y a topármelo por accidente en la Lerner del Norte. Es un espiral decadente en la Bogotá de los ochentas, donde converge todo el imaginario de las élites capitalinas. El protagonista es un poeta mantenido de una de estas familias tradicionales,  quien empieza a perder el rumbo cuando su novia lo deja y sus amigos artistas se comprometen con la revolución. Al leer la novela sentí que estaba por encima de Opio en la nubes, y que merece lectores de culto como tanto como esta.

La doble novela de Ricardo Silva están buenas, pero creo que es un ejercicio muy arriesgado: obligar al lector a leer dos libros con estilos (o de géneros) diametralmente opuestos da pie a juzgar en que la va mejor al escritor. Los personajes malos de El Espantapájaros son demasiado malos para ser ciertos. La decadencia en el libro de Caballero también es teatral, pero no se siente forzada. En cambio, Comedia romántica fluye muy agradablemente a pesar de que esté totalmente construida a través de un diálogo, en la que los personajes van envejeciendo a medida que avanza el libro. Me sorprendió que Ricardo haya salido indemne con una frase que el personaje masculino dice en la primera página: sobre la forma de ser del personaje femenino dice "… nada que no se pueda domesticar con un embarazo." Aplausos para la madurez del público y del escritor.

A Piedad Bonet quería leerle algo, pero creo que El Prestigio de la Belleza no fue el mejor lugar para empezar. Tal vez intente de nuevo.

De las traducciones al español hubo un poco de todo. Disfruto mucho la historia de Omar Khayyám, uno de esos genios musulmanes de la época dorada de su civilización—el vivió en Persia entre 1048 y 1131. Amin Maalouf, un escritor libanés radicado en Francia, escribió una novela sobre su historia y su famoso libro de poesías, las Rubaiyat. La primera mitad del libro cuenta la vida del poeta y la segunda una historia de aventuras en Irán durante la revolución. Muy refrescante y entretenido.

La Trilogía de Nueva York de Paul Auster estuvo entretenida. Son unas historias de detectives   escritores surrealistas, a la David Lynch. La última parte la devoré en las vacaciones de verano en un cuarto sin aire acondicionado, así que la asocio con algo de sofoco. Leí El Jugador de Dostoevsky, y no me mereció ningún comentario en particular. Tal vez agradezco que nunca me ha tentado el mundo de las apuestas.

Tenía curiosidad de leer a Margarita Yourcenar porque un profesor que tuve en Bogotá hacía referencia a ella por su uso del lenguaje. Las Memorias de Adriano son sin lugar a dudas un libro hermoso, muy elaborado, investigado en detalle y lleno de pasajes sublimes. Sin embargo, no soy muy bueno para seguir elucubraciones que fluyen sin parar por páginas y páginas, así que se terminó yendo a medio leer, como se escuchan a los locos que se encuentra uno en las reuniones de académicos.

Natsume Soseki es un famoso escritor japonés de finales del siglo 19 a quien también estaba en mora de leer. Kokoro es su obra más conocida y la traducción que se consigue está muy bien. Lastimosamente, el año pasado se cumplieron 100 años de su publicación y leí por error un artículo donde contaban el final del libro, así que no lo disfrute. Aún intentando poner esto a un lado, no quedé convencido.

Por último, De que hablamos cuando hablamos del amor de Raymond Carver. Este tampoco necesita presentación. Que cuentista tan poderoso.

En el 2014 dejé The Walking Dead porque no me gustó como cerraron el arco de las primeras cien ediciones. También dejé de mezclar música en casa, de ver cine, y me dediqué de lleno a los juegos de mesa y a la paternidad. Leí mucho de ética consecuencialista, lo cual disfruto en demasía. Las lecturas matutinas merecerían un post aparte, pero supongo que son aburridas y no le interesan a nadie.

Confieso que tengo aún varios libros que traje conmigo hace 9 años y que aún no he leído. No creo lograrlo, pero me gustaría terminarlos antes de cumplir una década con ellos.

Gracias por leer. Abrazos.

(foto aparte porque anda en préstamo)