viernes, abril 15, 2016

10Y15

Encarar una audiencia no deja de ser un reto. Las caras expectantes, el vaivén de la atención, la ansiedad por comunicar, la imposibilidad de ensimismarse y reflexionar en medio de una presentación. Por más que tenga el tema preparado, una vez empieza la clase es como un carro de balineras mal armado cuesta abajo. Siempre quedo exhausto y un poco deprimido. Simpático, es algo que solía sentir hace muchos años, cuando le expresaba mi amor a alguien que luego no correspondía. Bonito que eso sea enseñar: una forma de amar en la que se empeña uno en dar lo mejor y se aprende a la vez a no esperar nada a cambio, a no quedar vacío a pesar de darlo todo.  

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