martes, abril 12, 2016

10Y12

Hoy Aleyda (a.k.a. Leidymarmalade) compartió un escrito suyo sobre la triste experiencia de compartir el estudio y el trabajo con machos. Es decir, con hombres que acostumbran a hacer bromas obscenas, fantasear con mujeres y morbosear en general. En su queja cuenta con todo mi apoyo y todo lo que pueda hacerse por remediar el asunto debe ser intentado.

No puedo, sin embargo, dejar de ser pesimista sobre los prospectos de dicha empresa. El trasfondo del comportamiento es inherente a nuestra biología y lo más que se puede es intentar restringirlo. Por más avanzada que sea nuestra civilización, no dejaremos de ser simios. El progreso será siempre frágil. Ríos de tinta seguirán corriendo al respecto, necesarios para señalar y confrontar, pero nunca definitivos. Como lavarse las manos, toca hacerlo a diario. 

La metáfora sugiere que la solución es cuestión de disciplina, pero me pregunto si habrá otro método. ¿Habrá alguna sociedad que haya logrado un mejor resultado? En otra esfera de los tabúes, no deja de sorprender como los japoneses tratan sus excrementos con tanta normalidad. Tal vez en ello haya algo que aprender. 

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