jueves, abril 21, 2016

10Y21

Con los años concluí que la verdad es que no hay nada que ver debajo de una falda. Si de misterios se trata, el pantalón masculino tiene mucho más que ofrecer. En eso los griegos la tenían clara.

Muy a mi pesar, tal conclusión no quiere decir que haya logrado dominar la mirada e ignorar los espectáculos que de cuando en vez se presentan. Como los demás, soy un simio curioso. Antes de racionalizarlo, los ojos responden al color de la carne. Y sin querer queriendo, disfruto como un bebé que algo cubierto se descubra. 

Si este es quizá el origen del espíritu científico, el husmear desprevenidamente es un mal secundario. Mentiría si dijera que es sólo curiosidad y que no hay nada libidinoso en el asunto. Pero me resisto a incluir la mirada dentro de las conductas punibles. De lo contrario, tendría que aceptar la solución islámica ortodoxa, que no encuentro indecente pero si exagerada. 

Por supuesto, educar la mirada hasta su extinción es imposible. Está en el ADN. 

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