martes, abril 05, 2016

10Y5

La historia de los 100 sacos de arroz ha sido fuente de inspiración para la inversión en educación en Japón y, a través de la cooperación internacional del país, en otros países. Trata de un clan que después de perder en una guerra quedó en la miseria y sin que comer. Ante la situación, un clan amigo decidió enviarles 100 sacos de arroz para que aliviaran las necesidades más urgentes. Sin embargo, el jefe del clan decidió vender ese arroz y usar el dinero en educación. La gente del clan criticó el plan, pero al final prevaleció lo que el jefe dispuso. Años después—quién sabe cuántos—las personas que aprovecharon tal oportunidad trajeron de nuevo prosperidad al clan y sus gentes.


Dos observaciones. De ser cierta, la historia parece confirmar indirectamente que las hambrunas pocas veces son el resultado de la ausencia de alimento que los agentes externos creen observar. A menos, claro, que la decisión del jefe haya resultado en algunas muertes que la historia omite. 

Segundo, la historia aparece en un panfleto sobre la ayuda japonesa a Honduras 10 años después del Huracán Mitch. En ese contexto, no puede dejar de verse como una crítica a la ayuda humanitaria, sobre la que tanto empeño pone Occidente. Tal vez lo que parece urgente no lo es tanto, y es mejor concentrarse en lo importante. ¿No existe entonces el humanitarianismo entre los japoneses? Esa es una pregunta complicada y quizá secundaria. 

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