domingo, marzo 11, 2012

2:46

Se pasa el aniversario y sigo perplejo. Tantos sentimientos encontrados, tanto ruido adentro y afuera, tanta información entrando y saliendo por todos los sentidos; sólo atino a sentirme aturdido, atragantado de cosas que no se pueden expresar, pronto a criticar todo lo que se dice pero incapaz de decir algo sensato. He leído por ahí que no soy el único pero ¿cómo nos encontramos los que nos quedamos sin voz? ¿Cómo reconfortarnos?

Hay una verdad de a puño que los que fotografían, escriben en los diarios o salen en la tele entienden sin rechistar: es ahora o nunca. Nadie va a leer en una semana sobre el aniversario. Aún si se hace sin interés económico, el aniversario es la oportunidad de explotar la atención general. 

Por otro lado, es doloroso andar pensando en esto todo el tiempo. El otro día de visita en Kesennuma, mientras escuchaba los discursos sentidos de unas esposas filipinas afectadas por el tsunami, le pregunte al sacerdote que me acompañaba cómo podía soportar esas lágrimas todos los días. "De esto no hablamos nunca" contestó. Ahí entendí la ridícula tortura a la que me someto como investigador, la misma a la que se dejan todos los que ven noticieros todos los días. El dolor se entierra, la vida sigue. Si uno anda por ahí preguntando por el sufrimiento de la gente no puede esperar terminar el día feliz. El aniversario esta ahí para abrir la represa, desaguar y seguir adelante. 

En conclusión, para no perder la oportunidad, unos comentarios sueltos con las fotos del día. 

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Habían tres opciones para las ceremonias de hoy: la solemne, la rimbombante y la académica. Sin muertos en mi círculo más cercano, las actividades de la alcaldía no eran una opción. Luego en la televisión mostraron que todos los asistentes fueron de luto, muestra de que fue la decisión correcta. La rimbombante era ir a escuchar a Yunus, el nobel de paz, hablar sobre los negocios de interés social. No. Así que me quedé con los tecnócratas, los de siempre.


A pesar de como lo anunciaba la pantalla del recinto, así como las horas y horas de filmación que se tomaron hace una año, lo de aquel día no fue una película.


A la salida del evento empezaron las velas. Velas y flores aquí y allá.


No dejo de pensar que es de mal gusto que este nuevo edificio de almacenes en un lugar central de Sendai haya decidido abrir sus puertas por primera vez al público en estos días. ¿Esperaban subir el ánimo de sus conciudadanos con sus ofertas? 

No obstante, algo que ha sido muy claro durante este año es lo importante que son las empresas y el comercio en general para mantener una ciudad a flote. Donde hay almacenes hay luces, hay gente, circula la riqueza, hay vida. Las zonas costeras arrasadas por el tsunami son unos desiertos, y los pocos oasis son las tiendas provisionales donde se hace la compra y se relaja el corazón.


La zona roja de Sendai ha vivido un renacimiento después del terremoto como ninguna otra. En los días más oscuros de hace un año circulaban rumores sobre su posible quiebra ¿Quién iba a venir a divertirse en medio de tanto dolor? El pánico duro bien poco: primero se encargaron de distribuir alimento a los necesitados, luego se llenaron de las historias de los voluntarios, y últimamente propinan alivio al cansancio de los obreros que reconstruyen la región. 

Claro está, hoy estaban los negocios medio vacíos.


El edificio de la alcaldía señala el día mientras en las carpas se celebra un evento para darle gracias a todos quienes apoyaron la ciudad este año. Mientras veía las fotos, la alcaldesa pasó por mi lado y nos miramos un momento. La reconocí pero no me atreví a decirle nada. Encontrarla, en todo caso, me tranquilizó de algún modo que no entiendo del todo.


En el edificio contiguo usaron las luces para escribir el caracter con el que han descrito en el país el año pasado "絆" (kizuna) que significa lazos humanos. Muchos comentaristas han comentado la fuerza con la que la sociedad ha respondido a la tragedia. Pero, ajustado al contexto, creo que todos los humanos somos así: celebrantes y víctimas de la empatía. Más sorprendente es que tengan un sólo ideograma para simbolizar algo tan profundo.


En el piso escribieron "gracias" con velas que cada uno de los asistentes donó a la actividad. En los vasos cada quién escribió un mensaje que, me temo, terminará por quemarse.


Toda la semana, todos los medios han venido presentando el aniversario desde infinitos puntos de vista. Los desplazados, los que sobrevivieron de milagro, los que perdieron todo, los que aún buscan, todos han tenido un espacio. Se ha comentado la recuperación, los problemas, los avances, las perspectivas. Tanto se dijo y se presentó, que no se me ocurría que iban a dejar para el día señalado. Me da pena admitir que no haya podido imaginarlo. En cuatro páginas como estas, el periódico reprodujo cada uno de los nombres de los 19009 muertos y desaparecidos. 

Otra cosa que me atormentaba sobre el aniversario en esta guerra conmigo mismo brilló por su ausencia. Muchas veces durante este año critiqué que, a pesar de llevar la peor parte, todos los simposios, reuniones, decisiones importantes tuvieran lugar en Tokyo. Cuando hace unos meses se decidió que la ceremonia a la que asistirían los más importantes personajes se haría también en la capital, no pude dejar de sentir decepción. Cuál será mi sorpresa al enterarme que durante todo el día, en la televisión local de Sendai ningún canal parece haber pasado noticias sobre los eventos fuera de la región--Fukushima, Miyagi e Iwate. Ni siquiera la presencia del emperador después de su operación hace dos semanas desvió la atención del público local hacia las víctimas. En el resto del país si estuvo en todos los canales, por supuesto, pero no deja de ser una muestra del profundo respeto que esta sociedad tiene por cada uno de sus miembros. 


Broche de oro. No faltó en las noticias la historia del bebé que nació hace un año ni del bebé que nació hoy. Que imprescindible recordar que no sólo cosas tristes se celebran los onces de marzo de hoy hasta el fin del mundo. Sin embargo creo que los periodistas sufren de un sesgo nada despreciable al incluir sólo aquellos dos casos en esta sección de su cubrimiento del aniversario. Hace falta la noticia del bebé que fue hecho aquel día. Esa sí que es una muestra del vínculo humano en la adversidad. Tal vez el mejor polvo de la vida.

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Un amigo me dijo que le dio muchísimo más duro cumplir 31 que los mismísimos 30. Para estos últimos hay toda una preparación, muchos planes, reflexiones, festejos y algarabía. Pero llegan los 31 y uno simplemente es más viejo. Lo mismo puede que aplique a este y tantos otros aniversarios. La promesa es entonces encargarse de que no pasen los aniversarios tan a la ligera mientras queden fuerzas. 

Esperemos que la perplejidad lo permita.

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