sábado, febrero 12, 2011

Racismo, y otras discusiones difíciles

¿Qué hacer cuando presenciamos una presentación racista?

Una inocente médica eslovaca decidió iluminarnos el otro día sobre la problemática alrededor de los gitanos en su país. No hubo cliché que no fuese mencionado: los gitanos se ven distintos, huelen feo, son sucios, roban, son sanguinarios, y sólo son buenos para la música. Una profunda investigación en google images y su experiencia de dos casos en su trabajo fueron toda la evidencia.

Según la presentación, entre los Roma los embarazos vienen antes de los matrimonios, de manera que las mujeres son abandonadas fácilmente. La prueba: la médica había seguido el segundo embarazo de una gitana que había sido engañada. Cualquier persona con dos dedos de frente entiende que tal arreglo matrimonial no tiene el menor sentido, y la entrada de Wikipedia sostiene todo lo contrario: la virginidad es lo más importante y a las novias las venden. Sí, mis fuentes no son las mejores, pero algo me dice que la engañada fue la doctora.

Para mi gran pesar, sólo pude guardar silencio. El público, principalmente compuesto de estudiantes de Indonesia, tenía pocos elementos para criticar el fondo de la cuestión. Los profesores japoneses mantuvieron la costumbre de no molestarse por aquello que no se lo merece. Al bagazo poco caso. Sin embargo, no puedo dejar de sentir tristeza sobre como las personas más preparadas mantienen sin cuestionar los prejuicios de su sociedad - unos que pueden conducir a linchamientos públicos, como pasó el año pasado.

El problema es como abordar la conversación sobre un tema tan delicado. La primera dificultad es personal: no puedo estar totalmente seguro de que mi lado pasional no va a traicionarme cuando llegue el momento de reclamar. Esto es básico. En el momento en que la indignación tome el control de los señalamientos, la pregunta se volverá personal y todo estará perdido. Solución: respirar profundo y organizar con antelación lo que se va a decir, tratando de limitarse a lo planeado.

Pero ¿qué decir? ¿Por dónde empezar? ¿Señalar uno a uno los lugares comunes? ¿Pedir evidencia? Me parece que tomar el camino estadístico contra el racismo no es satisfactorio, porque el problema es principalmente moral. ¿Entonces? ¿Cuáles deben ser los elementos a usar contra la ignorancia? Recuerdo que cuando tomé una clase sobre nazismo, el profesor decía que con la estupidez no se puede hablar, pero no quedo satisfecho con la inacción.



Este video ofrece un consejo básico: mantenga la discusión sobre lo racista en los hechos, y evite ante todo que la discusión se pierda en señalamientos. Sostener que "usted es racista" es la mejor manera de perder la oportunidad de solucionar el problema. Cómo dice el hombre en el video, a nadie le importa lo que la otra persona sea, lo importante es lo que el otro hizo.

En últimas, me parece que este consejo es aplicable a todas las discusiones morales que tenemos en nuestra vida. Cuantas babas perdidas diciendo que alguien es un corrupto, cuando lo importante es señalar los actos de corrupción. Recientemente hubo un problema familiar porque alguien le dijo a otro que era homofóbico. Los personajes se gritaron unos a otros, se molestaron, pero el fondo del problema, si había algo de homofóbico en la persona acusada, se perdió en la gritería.

La próxima vez espero poder (y que ustedes también puedan) afrontar de manera inteligente una situación similar.

1 comentario:

Diego dijo...

El problema con este tipo de discusiones, que es el de muchos, es que tendemos a dirigir nuestras palabras por la emoción más que por la razón. Creo q eso es muy común en los colombianos. Tan sólo piense en los narradores de los partidos de fútbol. ¿Acaso puede haber siquiera uno q no narre "las emociones" del partido"? Para pensar con "cabeza fría" es necesario entrenarse, como con cualquier otra habilidad.