(momento inmortal)
Sentado en su silla ordinaria, en medio del tumulto, perdida la memoria en sus recuerdos que llenan la mesa, el anciano parece lamentar algo profundamente. ¿Encerraría alguna maldición aquella tumba de barro? ¿Tendrían acaso un código oculto los miles de guardianes resquebrajados que ahora le condenan a su misma servidumbre? Tal vez ni él lo sepa. Quizá a el majestuoso ejército de inmortales a su alrededor no le haga falta una inscripción para subyugar. Entonces, le pasan otro libro y él firma.
Sus ropas son austeras, roídas, ocres, como las docenas de cajas que amenazan con sepultarlo a su espalda. Su presencia parece datar de los días de su hallazgo, la imposición de su sello avejenta los DVDs que le van pasando distintas manos sin dueño. Da igual, todo lo transforma en piezas de museo, reliquias para decorar las repisas de vanidades que olvidan los turistas en aquellos lugares de los que escapan, es decir sus vidas.
La gente dice que le pagan una miseria, o que no le pagan, que le toca caminar todo el trayecto del inmenso parque en el que están los guerreros, lo que a su edad debe ser un martirio; dicen también que vive mal, que no tiene vacaciones, pero ¿qué diablos sabe la gente? ¿Acaso da entrevistas, o su vida es objeto de la inquina investigativa de las revistas de farándula? O , incluso, ¿cuál es el valor agregado de la ancianidad del descubridor ante los 2000 años del monumento? Sueño que en su introspección maquine una venganza: que al morir pida ser disecado, en su silla, que le instalen una bisagra en el brazo para que la gente se ponga sus propios sellos, y que con el grotesco espectáculo de su presencia ‘aterracotada’, nos disuada de seguir buscando al gran Qin, su señor, cuya tumba sigue aún inalcanzable. Hacen bien el trabajo sus soldados.
En el autobús, de camino al lugar, en medio de las caóticas y polvorientas carreteras de la provincia de Xi'an, en el corazón de la República, el esperpéntico guía de turno nos advierte que el anciano sufre una enfermedad en sus ojos. Los videos y las fotos en su pequeño recinto junto a la sala de proyecciones están totalmente prohibidas. Un imprudente le apunta con su filmadora. El anciano empieza a gritar desesperado, se tapa la cara con un cartón que tiene a la mano; son sus gritos roncos y graves, aterradores, dan la impresión de encerrar un significado en la oscuridad apabullante del mandarín. Me tapo los oídos y busco con la mirada a la guía. Ella sigue impasible, como acostumbrada a los rugidos de una bestia que hace rato cuida. No lo soporto y huyo, mientras con el rabo del ojo veo como miembros de seguridad interceptan al hombre.
Hoy, meses después, pienso que podría ser distinto. ¿Qué daño le provocará la simple exposición al lente de una video cámara? ¿No tratará, más bien, de ocultarnos algo? Sería imposible para mí describir sus rasgos, compartirlos con ustedes, o con alguien que haya ido en otra ocasión. Pero, ¿no podría revelar un detallado análisis de fotos capturadas en distintos días pequeñas diferencias que hagan dudar de que se trate de la misma persona? ¿no podría ser la oportunidad para que cada inmortal viviese aunque fuese un día fuera de su cárcel mineral y conociera el mundo a través de los ojos de los turistas de todos lados del mundo que diariamente van a visitarlos? Uno nunca sabe con la inconmensurable y misteriosa República Pop. También podrían ser varios viejos distintos que se rotan el trabajo, y que ahora estén jugando dominó.
En medio de una intriga otoñal,
panÓptiko sin miedo.
7 comentarios:
Que bueno POR FIN, encontar el relato del viaje a la historia, pareciera que lo mejor está por venir, no obstante lo mejor sucede en el ahora; y no todos los ajoa abiertos ven!
Carolina L. Miranda
No le preguntaron los guerreros, al reconocer su procedencia, por los pobres cuatro familiares que madaron para aca?
me gano el que noesjim!...iba a preguntar lo mismo! ademas no solo los mandan por estos lares...puede ser que hagan parte de una conspiracion para reconocer el mundo y asi volver a dominarlo...
Primer anónimo: Lamento decirte que, en parte por leyes termodinámicas,dudo que lo mejor esté por venir. Gracias por el apoyo.
Querido yonosoyjim: debería escuchar las palabras del segundo anónimo, no creo que tengan nada de pobres los cuatro guerreros del cuerpo élite de inteligencia del ex imperio.
Cuanta energía se debió gastar en la construcción de cada soldado??. igual solo son piedras, más que ver estatuas, me gustaría saber que pensaban aquellos que las tallaron.... solo nos dejan el resultado mudo de su trabajo
Querido Freddy: ¿A quién se refiere? Los que los hicieron eran artesanos, gente obediente al régimen; y el señor emperador, pues Dios. Eso me reuerda que hace un rato me enteré que a esta gente nunca le preocupó si la tierra era redonda o plana... da para pensar ¿no?
yo creo que a muchos actualmente tampoco les importa si la tierra es redonda o plana...
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