domingo, diciembre 31, 2017

Lecturas del 2017


El 2017 fue el año. No recuerdo haber leído tanta literatura en mucho tiempo — por lo menos desde que escribo reseñas anuales, sólo el 2014 se le acerca. Hay buenas y malas razones para esta orgía literaria. Después de fracasar el año pasado retomando el blog, este año volví a dedicar a la lectura el regreso diario a casa. Releyendo los esperpénticos escritos de entonces, me doy cuenta de lo mucho  más productivo que es leer. 

Hubo varios viajes de trabajo y, como ya sabemos, la literatura es la mejor amiga del jet-lag. El estrés laboral, o más bien el estrés de no encontrar trabajo, también me ha empujado al refugio de la ficción. Además hay que darle crédito a la calidad de libros con los que me encontré. A diferencia del año pasado, (casi) ninguno me dejó extenuado y sin ganas de leer. El caso es que el 2017 fue un año maravilloso. 

Tan pronto llegué de Colombia en enero tuve que viajar a Haiko, China, a una conferencia. Me llevé La rebelión de los oficios inútiles de Daniel Ferreira y lo terminé en un par de noches. No me gustó. Creo que con los años dejé de entender porqué es que hay que recrear una y otra vez la historia violenta del país. También le he perdido el gusto — y la paciencia — a la escritura experimental. 

Lo anterior explica también porqué tampoco me gustó Lulu de Cartarescu, libro que siguió. Este venía super recomendado así que la decepción fue doble. La verdad no entendí muy bien que pasó en el libro. Fue como leer a Proust en anfetaminas. Una sucesión continua y traslapada de metáforas empalagosas con un drama retorcido de fondo. Fue bueno por lo menos saber que no me gustaba antes de comprar el otro libro popular del escritor que parece ser aún más enredado y largo. 

Para salir de las lecturas regulares, meses después cogería La Ciudad Ausente de Piglia. Otra obra experimental que tampoco me llegó. En principio creí que la razón era no estar familiarizado con la obra de Macedonio Fernández, que aparece constantemente en el trasfondo del libro. Ahora que leo el artículo en Wikipedia sobre el libro, creo que tampoco me di cuenta de que la novela tiene que ver con la dictadura en Argentina — tal vez un fallo de la memoria. Cuenta además en contra del libro que incluya elementos japoneses medio traídos de los cabellos. Otro recomendado que no funcionó — pero igual estoy muy agradecido por la recomendación. 

La primera bomba del año fueron los cuatro tomos de la saga Dos amigas de Elena Ferrante. Me los leí en menos de dos meses, casi sin parar. Pensando en ellos, es increíble que un tema tan sencillo sea tan enviciante. Es la historia de dos niñas en un barrio proletario de Nápoles y las vidas que llevan hasta llegar a la vejez: sus amores, sus familias, sus estudios y sus trabajos. Es todo una novelón de televisión, lleno de infidelidades y conflictos de barrio, lo que hace aún más meritorio que sea tan adictivo. Una advertencia: el primer tomo no es tan bueno como los otros y estuvo incluso a punto de disuadirme de seguir. La razón es que está escrito con la voz y la visión de las niñas de primaria, lo que confundí con simpleza en la escritura. Pero hubo un punto específico en que caí en cuenta de que el estilo era así de aposta, y de ahí en adelante fue una delicia constante. 

Otro super éxito del año fue Una singularidad desnuda de Sergio de la Pava. Este es un libro difícil de describir: la historia de un abogado niuyorquino de descendencia colombiana, genio obsesivo-compulsivo, envuelto en los negocios sucios de uno de sus defendidos. El protagonista va siendo absorbido por el espiral de sus principios, las circunstancias de su vida y el sistema penal del país, lo que incluye su colombianidad. Por su profundidad y elaboración, en su momento sentí que es lo mejor que un colombiano haya escrito en muchos años. 

La historia de la vida de Ted Chiang es tal vez lo mejor en ciencia ficción que haya leído en mucho, mucho tiempo. Por lo general el género es un sinónimo de segunda liga literaria, pero este libro es de primera. Es una colección de cuentos sin otro hilo general que lo bien escritos que están. No puedo recomendar uno solo, todos sin buenísimos. A la traducción además no le encontré ningún pero. Muy recomendado. 

El don de la lluvia de Tan Twan Eng fue una lectura reveladora. Es la historia de un hijo mestizo — mitad inglés, mitad chino — en la Malasia colonial de la pre-guerra. Parte de una familia de élite, dueños de una de las empresas mercantiles del país, su amistad con un diplomático japonés que le enseña aikido lo llevan a tener un papel complejo durante la guerra. Aunque la escritura tiene un aire trascendental medio artificial, el libro tiene dos virtudes enormes. Primero, la trama da una vueltas super geniales, de las que empujan a seguir y seguir leyendo. Segundo, es una belleza como el libro ubica al país en el contexto global, universal desde su localidad. En comparación con La rebelión de los oficios inútiles, este libro me hizo sentir envidia sobre las cosas que se pueden lograr desde la periferia del primer mundo. 

Este año pude retomar a Alice Munro, lo que estuvo más o menos bien. Los primeros cuentos de la colección Dear Life son del mismo corte que me iba aburriendo hace dos años, pero luego se fue componiendo. Igual, creo que tendré que investigar más antes de coger otro de sus libros — o darme por bien servido. Leí una obra menor de Kawabata, Kioto, que estuvo ahí más o menos. Otro gran autor que también parece he terminado, aunque aún hay algunas de sus grandes obras que no he leído. 

Al final del año se coló Juego de Memoria de Humerto Ballesteros. Es una novela corta de dolor con una trama retorcida. Por seguir a Humberto en Twitter creo entender porque escribe como escribe, lo que me hizo disfrutar la lectura a pesar de que no me gustó particularmente. Creo que los elementos de la historia son demasiado extremos, casi caricaturescos, y no van con el drama personal de la historia principal. Fue también un poco coitus interruptus. Me parece traicionero ese lugar intermedio entre el cuento y la novela. 



Además, leí cuatro libros de cuentos en japonés. De Otsu Ichi Zoológico I y La biblioteca del jardín miniatura; de Kotaro Isaka El final total; y de Hiroshi Ogiwara Chiyo del armario. No puedo decir que tan buenos son porque los valoro por el sólo hecho de poder leerlos — todavía me siento torpe con el idioma. Zoológico I fue particularmente fácil de leer y emocionante. Son cuentos de terror que de verdad lograron su propósito de inquietar; el otro libro de Otsu Ichi es una colección de géneros medio regularzongo, de los cuales la historia de suspenso Wonderland es tal vez lo mejor. El libro de Ogiwara lo compré por ser del mismo género pero fue menos gratificante; aún así, la colección incluye la historia de un gato viejo que es bastante buena. Kotaro Isaka tiene creo varios libros explotando el mismo tema de la vida en Sendai después de que se sabe que un meteoro se aproxima  a la tierra y amenaza con acabarlo todo. No estuvo mal. 



Por último dos libros de no-ficción sin conexión directa al trabajo: In praise of forgetting de David Reiff y Pale Rider de Laura Spinney. El libro de Reiff estuvo muy bueno. El tema es interesante, cuando en la historia parece mejor olvidar que recordar, y además la escritura del hijo de Susan Sontang ha mejorado ostensiblemente. Este año intenté leer otro libro del hombre, A bed for the night, y fue medio insufrible. Sin embargo, la historia de la pandemia de la gripa de 2018 — conocida en inglés como the Spanish flu — se lleva todos los honores. El hecho de que esta epidemia haya sido el evento que más gente mató en el siglo veinte y que a su vez sepamos tan poco de ella da mucho para pensar. La anatomía que hace la autora de la gripe es una lección de cómo las crisis requieren de otras formas de contar sus historias para que no las olvidemos y dejemos de ser tan vulnerables a ellas. Super recomendado. 

En fin, un gran año que no creo se repita por algún tiempo. En la biblioteca ya hay varios volúmenes haciendo fila pero no creo que se den las condiciones de este año que entra. A pesar de lo que demostró este año en contraste con el anterior, me gustaría volver a escribir ficción. Si se da, seguro se enteran por este medio. 

Les deseo todo lo mejor para el 2018. 

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