miércoles, abril 06, 2011

Historias

Los refugiados en la Montaña de la Hoja Azul

Sumando perdidos y encontrados, el terremoto y el tsunami han dejado alrededor de 27,000 víctimas. En el pico de la emergencia 492,000 personas fueron evacuadas. Si cada una de ellas tuviera un minuto en televisión para contar su experiencia necesitaríamos casi un año de transmisión permanente para que cada quién desahogase el miedo y la tristeza de las pasadas semanas.

Esa más o menos fue la labor de todos los canales de televisión en los primeros días después del terremoto: cientos de personas avisando que estaban vivos, sin más que lo que llevaban puesto, pero vivos; buscando a los seres queridos que no aparecen, o dando la mala nueva de los que desaparecieron ante sus ojos.

Son desahogos porque la probabilidad de que algún conocido haya visto ese canal, entre tantos, justo en ese minuto, es muy reducida. Algunos pensaran que hace parte del morbo del que se aprovechan los canales, pero por las primeras dos semanas desde la tragedia no hubo propagandas en ningún canal, por lo que es de esperarse que nadie estaba sacando provecho de la tragedia. De hecho, muchas empresas se han limitado a hacer donaciones anónimas, mientras jefes de compañías, deportistas y artistas dan dinero a título personal. Los sobrevivientes están ahí porque es todo lo que en este momento un periodista y su cámara pueden hacer por ellos: darles una botella y una hoja de papel para que la tiren al mar.

Las siguientes son algunas de esas botellas que he visto pasar por mi orilla:

+ Una mujer y su hija pasan por la comisaría de policía de su barrio a dejar flores en la entrada. Después del terremoto estaba como tantos en un trancón esperando con desgano huir de la dizque ola que venía. Un oficial vino y la sacó del carro y la llevo a un refugio. El oficial fue a traer más gente y ya nunca más volvió.

+ Dos ancianos arrugados frente a la pantalla se presentan. Ella tiene 92; él 97. Le mandan a decir a sus hijos que están bien, que no se preocupen por ellos y que se dediquen a sus oficios.

+ El señor sostiene en las manos un letrero con su nombre y el de las personas que busca. Cuando el periodista le extiende el micrófono, se deshace en lágrimas y dice cosas que nadie entiende. El periodista le pide que repita la información, con idéntico resultado. Silencio.

+ La anciana dice que sus hijos, nieto no aparecen. Tampoco tiene casa. Sí, está viva, pero no sabe para qué.

+ La hermana mayor recibe una llamada de sus padres avisando que están bien. Mientras llora, su hermana menor se ríe y dice que es la primera vez que la ve llorar.

+ Una adolescente pide que habiliten algún servicio para poder ir y venir a Sendai. Le preguntan que quiere hacer en Sendai. Ver a alguien. ¿A quién quiere ver? Baja la cabeza y se retuerce un poco, como escondiéndose de sí misma: a mi novio.

Van tres semanas, y aunque en menor cantidad, las historias no se detienen. Puede que las botellas nunca lleguen a sus destinatarios, pero mientras haya botellas los demás intentaran hacer su parte.

3 comentarios:

Javier Moreno dijo...

"Algunos pensaran que hace parte del morbo del que se aprovechan los canales, pero por las primeras dos semanas desde la tragedia no hubo propagandas en ningún canal, por lo que es de esperarse que nadie estaba sacando provecho de la tragedia."

Obviamente que sacan provecho. Ganan la aprobación de la gente, lo que genera una audiencia más fiel y agradecida a largo plazo (una audiencia que, a su vez, se pueda vender a sus patrocinadores). Obviamente también hay algo de altruismo, pero es controlado celosamente, con toda seguridad, por los departamento de relaciones públicas.

panOptiko desconectado dijo...

No estoy tan seguro, aunque pueda ser mi sesgo. Después de la tragedia, en lugar de propagandas, todos los canales pasaron en su reemplazo unos videos institucionales sobre las buenas maneras--como el siguiente:

http://www.youtube.com/watch?v=-XVdsa0PtKA&feature=related

Y, según me dicen, son producto de una alianza de todos los canales.

Hasta el sol de hoy no me había preguntado como hacen los canales japoneses para granjearse la fidelidad de los televidentes. Voy a preguntar y le escribo.

Saludos,

Javier Moreno dijo...

Nada de lo que me dice refuta mi teoría. Es más o menos normal que en situaciones como esta los medios se conviertan en proveedores de servicios sociales y se alíen. Imagínese que uno de esos medios no lo hiciera. Imagínese que uno siguiera con su programación habitual. ¿Cómo reaccionaría la gente? ¿Cómo interpretaría eso? Los medios no están al servicio de la gente, pero necesitan espectadores para poder vender. De cierta manera lo que los medios venden es precisamente esa fidelidad, muy difícil de ganar y muy fácil de perder.