martes, marzo 15, 2011

9.0 (primera parte)


La tragedia empezó, gracias a Dios, cuando prendí el televisor. Por el poco caso que le hago, había olvidado que con el celular podía sintonizar los canales públicos. Hasta entonces todo había sido incertidumbre, caos. Sí, la tierra se había movido como nunca antes. Sí, paredes en medio de las vías aquí y allá, las sirenas que anuncian el pasar de los trenes retumbando sin parar, aunque ningún tren haya pasado aún, cuatro días después. Sí, no había luz, pero eso era apenas lógico. Parado en medio de la calle, que tenía frío por la nieve cayendo era todo lo que sabía, y esas eran buenas noticias.

Estábamos al rededor de una vela con mis suegros y la abuela. Ya había llegado un correo de mi esposa diciendo que venía caminando desde el trabajo, quizá a dos horas de distancia. Pensamos ir por ella, pero los correos llegaban con 30 minutos de diferencia, así que no sabíamos muy bien a donde ir. Entonces caí en cuenta y prendí el celular. Debí haberme dado cuenta antes de como se enrarecía el ambiente ¿de qué servía en ese momento saber que olas gigantes se habían llevado pueblos enteros y sumergido el aeropuerto? ¿Para qué ver las llamas consumir aquellos paisajes conocidos? ¿A quién le importaban las razones por las cuales había temblado o la magnitud del sismo? Si tan sólo pudiesen avisar cuando viene la siguiente réplica, para no sentir así una vez más que te traga la tierra. Pero todo lo que trae son penas, noticias de peligros sobre los que nada podemos hacer, una sensación que sobra en ese momento: pánico.

Hoy siguen los titulares tremendistas donde no se les necesitan, lucrándose del miedo. A cien kilómetros de las plantas nucleares, acá en Sendai la gente lo que menos necesita es preocuparse de la lluvia. Muchos sin combustible, gas, comida, agua, electricidad, y con los teléfonos intermitentes, la seguridad del aire libre, donde ninguna pared le va a caer encima a uno, es de las pocas cosas que quedan.

4 comentarios:

Catalina Ramirez dijo...

Andres, se que debe de ser una situación bastante inesperada y que no da muchos caminos que elegir.
Solo fuerza! están vivos y están juntos, ya con eso el resto se va a ir dando poco a poco, nada sera fácil, pero igual pocas cosas en la vida lo son.
Desde aquí te pensamos mucho y espero que las cosas se vayan superando.
Un abrazo para Hiroko.

Catalina Ramirez dijo...

Creo que a donde mires tendrás cosas por hacer, en tus manos está ayudar a ese país que mucho te ha dado. Fuerza!

Anónimo dijo...

Desde aquí todo mi apoyo y fuerza. Solo queda mirar para adelante y llenarse de ánimo para continuar!
Un abrazo inmenso.
Mimi

JUAN K dijo...

Hola Oscar, ten mandamos todo nuestro cariño y estaremos muy pendientes, animo y para adelante. Dios los bendiga.

Juan Carlos, Nana y JS.