martes, junio 06, 2006

Tokyo en las Nubes

a Rafael Chaparro, QEPD
(El mundo es un pañuelo,
incluso el de los muertos)

Mucho me tomó escribir las pocas líneas que podrá tener este mensaje, pero casi siempre nuestra primer vez es traumática, así que era de esperarse. Lo que pueda decir ahora o en el corto plazo sobre Tokyo no la abarcaría, así que al fin decidí no esforzarme.



Una ciudad puede ser la máxima representación de la sociedad o algo superfluo. Creo que ambas al tiempo. Cualquiera que se haya quedado observando por largo rato un paisaje bonito puede entenderlo: nos rehusamos a dejarlo atrás porque sabemos que cuando nos demos la vuelta nunca jamás será igual, sin importar las fotos o videos, pero, en últimas, son sólo rocas, tierra, árboles, agua, cosas comunes. De esa manera, Tokyo resbala por entre los dedos.

Cuando uno piensa en Japón generalmente lo primero que viene a la mente es una montonera de gente, lo cual es evidente en casi cualquier parte del país. Y su ciudad capital, con la cantidad de recursos con los que se imaginaran que cuenta, pues se dedica a dar todo de sí por que esto sea lo mas llevadero posible. Por eso, básicamente, a la ciudad ya le echaron el segundo piso (incluso el tercero y, en algunos lados, el cuarto).



A ras de tierra encontramos buses y automóviles, en el segundo un primer nivel de autopistas y los trenes , en el tercero autopistas mas rápidas y, coronando el conjunto, el esplendoroso tren bala. A esto debemos añadirle la compleja red de subterráneos que recorren la ciudad en lo profundo (hasta siete pisos para abajo) y los transportes fluviales y marítimos que también están a disposición, para suponer la monstruosidad de la mole. Sin embargo, con un poquito de suerte, inteligencia, sentido de la ubicación y paciencia (o un buen guía) se puede llegar a donde se quiera.


Al contrario de lo que es común escuchar, no me pareció que a la ciudad le faltase verde. De hecho, caminé por un espacioso parque en el que se encuentra un templo muy representativo, casi en el centro de la ciudad (o lo que me dio la impresión de ser central, aunque podría estar bastante equivocado). En algunas partes, algunos árboles que se habían visto cercenados por su incontrolado crecimiento, incluso presentaban curas en sus muñones. Una muestra de la sensibilidad japonesa.

Pero la gente definitivamente es otra cosa. En primer lugar, mientras que Sendai es una ciudad donde aun los extranjeros no son tantos, y por lo tanto se les mira con cierta aprehensión, en Tokyo ya les son indiferentes (como supongo deberá acontecer en cualquier capital del mundo que no este bajo amenaza terrorista). Así las cosas, observarlos no es difícil, y producto de mi primera impresión, puedo decir que de cierta manera los compadezco.

Esta ciudad no te pide que guardes las apariencias. Te lo exige. Te subyuga. La tensión consumista alcanza su máxima expresión, la modernidad desenmascara al común camaleón, la masa amenaza la identidad, Entonces son tantas las presiones que se deben desfogar con ciertas expresiones: como los otakus, la gente que se viste como personajes de animación, los tostados (gente que anda por ahí como si viviera en el melgar del primer mundo), los estrafalarios (tienen otro nombre, dieron origen a los tostados, conservan las ropas recargadas pero no se broncean), los góticos, los hyperyupis expresados en automóviles, motos o demás accesorios costosos, los compradores compulsivos, y todo un conjunto de tendencias que espero ir tocando a la medida que se me crucen en la cotidianidad.

Se preguntarán, entonces: no se preocupa el estado, los adultos, no se, alguien, por esta estridencia, por esta juventud tan loca, esta perdición? Pues yo creo que no porque, y este ha sido el descubrimiento más fascinante y terriblemente sobrecogedor al sol de hoy, a el más mínimo gesto de su alteza el emperador, o quien quiera que esté en posesión de tal poder, todos trabajarán como si fueran uno, todos harán caso. Las implicaciones que esto tiene son innumerables, pero serán material para otra ocasión.

Cerrando en circular, una pequeña anécdota sobre mi relación con el paisaje: hace tres días, mientras caminaba en la noche a la estación central a tomar el tren de regreso, un grupo de europeas (o gringas, bueno, monas) daban las gracias a alguien y en seguida salieron corriendo en medio de una algarabía molesta; mire a mi izquierda y una japonesa que llevaba mi mismo rumbo me dirigió una mirada que no me esperaba, mirada que duró una fracción de segundo, en la que pareció totalmente natural y a la cual asentí de igual manera, pero que hasta hoy me tiene estremecido, esa mirada que en ese momento no podía significar otra cosa que “extranjeros tenían que ser”. Es un comienzo (espero, digo, nunca dejaré de ser extranjero, pero un turista…).

Desde un lugar al Este al que se llega por el Oeste,

panÓptiko

4 comentarios:

Anónimo dijo...

La verdad no había leído sus post. Este me pareció en particular interesante, su intento de darnos un pequeño atisbo a una megaciudad es interesante y aunque todos somos concientes de que intentar aproximar nuestras percepciones, alcanzadas a través de este blog, a la suya es muy complicado (por la cantidad de matices reales que puede tener desde un olor; ¿ninguno merece el honor de dedicarle un post?; hasta los sonidos con los que usted entra en contacto) sus descripciones están bien escritas (y su comentario de un paisaje resumió acertadamente lo que yo pienso de los mismos).

Lo de los diferentes grupos que surgen como mecanismo para conservar, o glorificar, la individualidad de algún grupo (puede existir individualidad en un grupo que acostumbra a vestirse igual?), era de esperarse después de las historias que le llegan a uno sobre jóvenes vestidos de elvis... Pero pensándolo bien estos grupos fácilmente identificados puede que no sean una reacción al consumismo y la uniformidad, pueden ser la expresión máxima del consumismo (enfocado solo en un grupo particular de artículos) y a la vez la necesidad de buscar la identificación "tribal" o el sueño de cambiar la uniformidad no por la diversidad, sino por una uniformidad diferente.

La capacidad; que ha logrado percibir; de que toda la sociedad pueda generar fenómenos de resonancia (o interferencia constructiva) cuando un líder hace una petición es para mí aún más fascinante que los cuervos del primer post. Tal vez por estar en medio de una sociedad tan heterogénea( ...por no decir fragmentada como les gusta a algunos teóricos sociales) como la colombiana, esperaré con avidez sus impresiones de este tema.

Anónimo dijo...

Interesante! Y como tengo que decir algo sobre mi país siempre, te cuento que en Alemania no es sólo la capital donde abundan los extranjeros. Incluso aquí en Göttingen uno no los mira como los bogotanos a las monas. No pasa un día en el cual no escucho turco, árabe, rumano o español, y en estos días más el último a causa del montón de hinchas del Tri.

Anónimo dijo...

Pues bueno, creo que la descripciòn de esta ciudad para mì no la hace tan atractiva, pero igual me parece super interesante que la puedas conocer y disfrutar. Un abrazo y espero poder enviarte el frutiño p`róximamente. Saludos MMCuenca

Anónimo dijo...

HOLA...

QUE BUENO TENER NOTOCIAS TUYAS.
SERIA BUENO QUE ENVIARAS FOTOS PERO CONTIGO A LA VISTA.

BESOS Y ABRAZOS.

VIVIANA VASQUEZ