Ese afán voyeurista que ha arrastrado al hombre desde siempre, el vil chismorreo, ayudado por los sedientos canales de televisión, han hecho de la vida un programa interminable. Y, lo que es peor, de todos nosotros unos estúpidos espectadores.
De esa manera es que lloramos las grandes tragedias, nos condolemos de las victimas, pero salimos a la calle y somos indiferentes a la realidad.
Pasaran siglos.
Cito aquí a Omran, a quien hubiera queido conocer, y de sus últimos vaticinios acerca de la transición de la salud mundial: "... ojalá sea este milenio"
jueves, abril 28, 2005
Todo es un espectáculo
tal cual fue percibido desde el
panÓptiko
a las
11:17 a.m.
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