domingo, marzo 27, 2011

Nosotros los habitantes de Japón—9.0, cuarta parte

El lunes 14 en el punto de ayuda del estadio de béisbol de Sendai ya no había nadie

La prensa ha dicho que el terremoto del pasado 11 de marzo fue el cuarto más fuerte de los que se tiene registro. Si le sumamos la cantidad de imágenes a disposición del público y la emergencia nuclear desatada, tal vez sea el más impresionante—aunque sin duda no el más doloroso, pues el tsunami en el océano Índico y el terremoto en Haití han tenido muchas más víctimas. Lo importante no son las comparaciones, hasta cierto punto inoficiosas, sino dejar en claro que la magnitud del evento imponía un reto muy grande para todos los habitantes de Japón. En una situación así nadie puede sustraerse al pánico, y no es atinado juzgar las reacciones de cada quien sobre estándares normales (¿?) de racionalidad.

Sin embargo, a todas luces las cosas no salieron bien en lo que refiere a los extranjeros. De Sendai al parecer la gran mayoría salió corriendo, no sólo de la ciudad, sino del país. Los extranjeros en Japón se volvieron un problema más, en momentos en los que menos lo necesitaba. La oficina de inmigración colapso por las filas de extranjeros pidiendo permiso de reingreso para poder pasar unos días en sus países mientras pasaba la emergencia. El aeropuerto de Narita y Haneda en Tokio también sufrieron picos de gente en pánico. Las autoridades reportan que 190,000 extranjeros han salido en lo que lleva de marzo, cuando lo normal son 20,000. Todo esto a pesar de que el impacto real del terremoto ha sido más bien limitado en las áreas más habitadas, es decir Tokio: cortes de energía, algo de desabastecimiento de alimentos (debido a que todos quieren aprovisionarse al tiempo), y una exposición limitada a radiación, que de acuerdo a las autoridades por ahora sólo implica riesgos para la salud de los menores de un año. Pensando en el futuro, vale la pena hacer un análisis preliminar del porqué de esta reacción.

Algo que fue evidente desde el comienzo de la emergencia es cuanto se demoró en fluir información oficial sobre la emergencia en otros idiomas. La gran mayoría de los extranjeros no tienen la capacidad de entender el japonés de las noticias, menos aún en condiciones de estrés. Por lo menos en Sendai, el sistema de información para extranjeros (SIRA), sólo volvió a informar hasta el 18 de marzo.—aunque en la página web de ellos hay información desde el 13. En cambio, si usamos la prensa colombiana como la fuente principal para informar la reacción de los extranjeros, incluso nadar hasta Corea hubiese parecido sensato. Pedirle un cambio a los diarios tal vez sea demasiado, pero el gobierno japonés sí podría hacer su respuesta a emergencias mucho más incluyente.

En todo caso, fue claro desde el comienzo que varias misiones diplomáticas no confiaron en el gobierno japonés. Muy temprano el gobierno colombiano expresó su intención de mover la embajada del país, aunque rápido salió a retractarse. El representante del gobierno francés acusó al gobierno de ocultar información, y los Estados Unidos enviaron mensajes confusos, apoyando al gobierno pero contradiciéndolo. Al 25 de marzo, el Ministerio de Relaciones Exteriores japonés reportó un total de 25 embajadas que cerraron o cambiaron su locación (Alemania, Angola, Bahrain, Benin, Botswana, Burkina Faso, Croacia, Ecuador, Finlandia, Ghana, Guatemala, Kenya, Kosovo, Lesotho, Liberia, Libia, Malawi, Mauritania, Mozambique, Namibia, Nepal, Nigeria, Panamá, República Dominicana y Suiza). Hasta donde tengo conocimiento, sólo la embajada del Reino Unido sacó un comunicado de apoyo a las medidas tomadas por el gobierno japonés. Es muy posible que la raíz de la falla en la credibilidad esté en el papel de los medios y las dificultades de las misiones diplomáticas para seguir sólo las noticias locales.

Sería prudente que cada misión diplomática evaluara su reacción durante la emergencia, que se hicieran públicas cuales fueron las bases para las decisiones que se tomaron, y se aprenda para próximas ocasiones—y de paso se pidan las debidas disculpas si es el caso. Como dije al comienzo, este es el momento donde es más difícil separar el rol de funcionario público del de ser humano de carne y hueso. La embajadora colombiana aceptó en radio que le tiene miedo a los temblores, por lo que no es descabellado pensar que su miedo haya influido las consideraciones que se tuvieron en los primeros días. Ello no desdice de la gestión de la embajadora en su rol normal de diplomática, y se debe reconocer como luego del miedo natural salió a desmentir las declaraciones de la Canciller colombiana. Aún así, valdría la pena sentar el precedente sobre la compatibilidad de personas y contextos para informar la reacción a emergencias en el futuro.

Al nivel personal de los moradores de Sendai, tal vez el factor más importante para el pánico fue el nivel de (des)conexión de cada quien con Japón. Los estudiantes en general se comportaron tal cuál un turista, que abandona el lugar cuando se acaba la diversión. Estos fueron los que ayudaron al pánico y causaron dolores de cabeza adicionales. El fracaso acá también le cae a las universidades que no han logrado integrar a los estudiantes con el país, o servir de un interlocutor válido de los mensajes oficiales, aunque se debe tener presente que las embajadas están por encima de ellas. No obstante, la Universidad de Tohoku, líder mundial en ingeniería, estaba en capacidad de emitir reportes sobre el problema de radiación en las plantas de Fuhushima, pero sólo empezó a hacerlo desde el 18 de marzo, casi una semana después del terremoto. Esto es de lo más irónico, dado que por el régimen de vientos, es mucho más riesgos irse para Tokio que quedarse en Sendai, dónde en cuestión de una semana la situación ya estaba hasta cierto punto normalizada (comida, agua, electricidad, y teléfono).

Hay dos factores que pudieron haber catalizado la decisión de los estudiantes de huir: por un lado, marzo es época de vacaciones y los estudiantes no debieron haber sentido la presión de seguir en la ciudad; y, por otro lado, es característico del japonés ser cuidadoso al expresarse para no asumir responsabilidades que no les corresponden. Lo primero incluye también a los estudiantes japoneses, por lo cuál es de esperarse que esto haya tenido mayor efecto en el caos después del terremoto en la ciudad. Bloqueadas las autopistas hacia el norte y el sur, la gente se volcó a Yamagata, la prefectura del occidente, desde donde se podía iniciar el periplo a Tokyo, ya sea por tierra o en avión. La estampida estudiantil tuvo un resultado positivo en medio de todo: en la semana siguiente al terremoto, cuando la comida estuvo más escasa y se hacían filas de más de 5 horas, el supermercado del barrio de los estudiantes estuvo mucho menos congestionado y con más variedad disponible. Eso parece dar la razón a quienes dijeron que se iban por dejarles más recursos a los más necesitados, aunque esto es dudoso porque no había como mover la comida y la información sobre los supermercados estaba restringida.

Sobre lo segundo, los interesados pueden leer un comentario en la revista Scientific American, donde criticaban al gobierno japonés por la manera en que se comunicó el riesgo en ciernes. Tal vez algo de ello sea cierto, pero los comentaristas ignoran el posible efecto de la ambigüedad característica del idioma japonés. Un ejemplo fuera de contexto que puede ayudar a entender el punto: la semana anterior al terremoto se reunió el concejo de la facultad para aprobar las aplicaciones de grado; luego de la reunión le pregunté a la secretaria si había sido aprobado y contestó que ninguna aplicación fue negada. Las presentaciones sobre el accidente en los reactores nucleares han estado llenas de este tipo de mensajes; ni hay una fuga, pero tampoco no la hay; ni la situación está controlada, ni está fuera de control. No es deshonestidad, es exactitud, pero seguramente no es lo que los medios quieren escuchar.

Los pocos que se quedaron en Sendai lo han hecho por sus relaciones laborales o familiares con la ciudad, y han sido testigos de la increíble resiliencia del pueblo japonés. Como expresó un periodista estadounidense que lleva más de cincuenta años en el país, es posible que aquellos que se van se estén perdiendo el mejor momento de Japón después de la Segunda Guerra. Pero esta idea no fue sino la de una exigua minoría. Por su lado, algunos sectores ya han hecho expreso su malestar. El título de una editorial del periódico Asahi, uno de los de mayor circulación del país, lo dice todo: “Los sobrevivientes japoneses no tienen a donde escapar”. Aunque el columnista se limita a reprochar que hasta algunos diplomáticos se fueron, la idea central es que la reconstrucción del país le toca al país; en otras palabras, es en este momento que se sabe quién es de aquí y quién no. Tristemente, el nuevo brío que ya muchos avizoran en el futuro del país conservará la sombra del aislamiento de sus gentes, reafirmando la división entre los japoneses y los que habitamos—y amamos—este archipiélago en el Pacífico.


P.S. Ahora que recordaron en los medios del norte que la verdad de los ataques de Ántrax después del 9/11 sigue sin revelarse, queda la duda de cuantos aviones mandaron a USA por colombianos después de esa emergencia tan peligrosa.

1 comentario:

Juan Camilo Sosa dijo...

Si ha sido bien dificil formarse una opinion o por lo menos una vision objetiva sobre el tema, sobre todo con la pobre ayuda de nuestros RCN, Caracol, CNN, etc. Son por eso de gran valor sus articulos; por ejemplo el tema de los vientos que hacen mas vulnerbale a Tokio que a Sendai a potenciales emisiones es bien interesante y por aqui de otro modo nunca nos van a decir; aqui nos azotan con este tipo de "periodismo": Video CNN

Increible tambien las declaraciones de los Colombianos que llegaron en el avion que mandó el gobierno a traerlos de Japon, manifestando que no les habian hecho revisiones de radioactividad!! como si supieran de que estan hablando!! por poco y piden que los encuarentenaramos en un bunker antinuclear en Fontibon!... y los periodistas obviamente felices con el drama y morbo barato. Medio Noticiero obviamente.

El tsunami de indonesia con mas de 200000 muertos ya lo habiamos olvidado para año nuevo, el desastre de Haiti, que continua aun despues de 2 años, no genera ningun titular, pero Japon? en Japon hay centrales nucleares!! carne de cañon para el periodismo amarillista y terror facil de consumir para nuestro morbo ignorante. Chernobyl esta mas cerca de Nueva York que Japon de California, pero eso no es lo que queremos escuchar... presentanos terror y drama, que nosotros te damos nuestra audiencia.

Un abrazo hermano, saludos a Hiroko y familia. Se les piensa.