El jueves pasado, luego de conseguir combustible, fuimos a visitar la abuela que vive en Kogota, a dos horas de Sendai. Con el terremoto, una columna de la casa cedió y el resto quedó torcido. Afortunadamente están lejos del mar, y hace poco habían construido un cuarto para el tractor, donde ahora duermen con la familia de uno de sus hijos. El dinero para construir una nueva casa puede que no sea un problema, pero como tanta gente quiere rehacer su casa al mismo tiempo es incierto por cuanto tiempo vivirán en el cuarto del tractor. La abuela dice que esto no es nada en comparación a lo que les tocó después de la guerra. Por ahora estar vivos es lo que se sigue celebrando.
De ida nos fuimos por el camino entre las montañas, dónde las cosas se ven sólo ligeramente torcidas aquí y allá. Al regreso decidimos tomar la carretera que va cerca al mar. Desolación. El paisaje duele. No hay palabras.
Sucumbiendo al p0rn0.
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