domingo, enero 01, 2023

Lecturas del 2022

 


Señoras y señores, buenas noches. Otro año que se va, aún un poco enredado con “la nueva normalidad” que no deja de extrañar. Solo hasta octubre dejó Japón las restricciones de frontera, que hacían difícil planear viajes. La situación de nuestro hogar se ha ido normalizando poco a poco y ya empezamos a hacer planes a largo plazo de nuevo. Por otro lado, la situación en Ucrania no deja de ser una fuente constante de desasosiego e impotencia, con importantes consecuencias para el futuro.

Como pueden apreciar, fue un año inusual para las lecturas. ¡Solo un libro en español! ¿Un cambio estructural? No lo sé, no lo creo, pero quién sabe. Por lo pronto, el reporte. 

Varios factores contribuyeron a este resultado. Primero, el libro en español que había elegido para empezar el año, no me cogió pero tampoco estaba tan malo cómo para dejarlo. Por los huecos se fueron colando las otras lecturas, que por ser en japonés no parecían ser amenazadoras, pero que en últimas se apropiaron del espectro. Aún me propongo terminar dicho libro, así que no revelo su identidad por ahora.

Otro factor fue la no ficción. Para ser más específicos, las más de mil páginas de la historia de la Ilustración, que disfruté durante casi todo el primer semestre. El libro, escrito por Ritchie Robertson, va muy recomendado. 

El último factor es la combinación de placer y dolor que me produce leer en japonés. Como creo haber descrito antes, no deja de fascinarme el sentarme ante un texto escrito en ideogramas y poder entenderlo. Imagino que lo mismo sentimos todos al empezar a leer cuando niños, pero pronto se vuelve un suceso corriente. Para mí, no ha dejado de serlo. Sin embargo, aún estoy lejos de poder leer con la fluidez con puedo hacerlo en español o en inglés, así que es un proceso aún lento que no me permite leer más. 

En fin, el mejor libro del año fue el último que leí: Eugenia de Riku Onda. Cuenta la historia de un crimen atroz sucedido varias décadas atrás, que alguien está intentando investigar entrevistando de nuevo a los involucrados. La historia en sí tiene sus debilidades, pero la manera en que la historia toma forma a través de las historias vistas desde diferentes puntos de vista está muy bien lograda. El libro gira alrededor de la ominosa presencia de una niña ciega, que crea una tensión constante a lo largo del libro y llega, en mi opinión, a un desenlace satisfactorio. Lamentablemente, el libro no parece haber sido traducido al español, pero hay ediciones en inglés y francés. 

Este libro, cómo casi todos los demás, lo encontré buscando las novedades traducidas recientemente al inglés. Esto porque los libros que recomienda H—quien desde el año pasado lee a un ritmo desaforado—nunca terminan por gustarme mucho. Ese fue el caso de Kuchu buranko, traducido Trapecistas Voladores, de Hideo Okuda. El libro es un conjunto de historias de un particular médico psiquiatra y sus métodos poco convencionales. Entretenido.

De Yoko Ogawa había leído el libro sobre matemáticas que encontré traducido en una librería de la UNAM. No me gustó mucho, pero como parece ser bien conocida, decidí intentar algo diferente. Empecé con un libro de cuentos ligeramente entrelazados con un título que traduce “Cadaver taciturno, funeral obsceno”. Estuvo chévere, así que seguí con la novela “La Policía de la Memoria”, que también estuvo buena. Esta última, la historia distópica de una isla dónde la policía puede eliminar los recuerdos, fue publicada en español el año pasado.

Heaven de Mieko Kawakami fue nominada al premio Bookers del año pasado. Es la cruda historia de bulling en el colegio. Fue un poco demasiado explícita en un tema en el que no lo soporto—i.e., niños—pero no estuvo mal. El final no me convenció. Leí otra novela corta de ella, “Pechos y huevo”, pero no me gustó.

El Ladrón de Fuminori Nakamura estuvo entretenido. Sin ser muy pretencioso, ofrece una fantástica historia de raterismo en Japón—es decir, ficción verdaderamente ficticia—parcialmente inspirada en el arte del raponeo inglés. Simpático, aunque no me gustó que el final del libro parece estar conectado con otro libro que no me nace leer. Leí, en todo caso, otra novela de él, “Mi aniquilación”, sobre un extraño crimen relacionado con un cambio de identidad. Empieza bien pero se torna insoportablemente inverosímil hacia la mitad. Quizá por eso fue que disfruté tanto Eugenia, que corría el mismo riesgo pero sale bien librada.

Este año de lecturas en japonés me devolvió a mi juicio exigente para con la literatura contemporánea—algo que había pensado re-evaluar el año pasado viendo a H leer y leer sin quejarse. Ni modo, en la medida de que me mejoro mi habilidad con el lenguaje, me vuelvo menos tolerante. Intentaré no exagerar.

El único libro que leí completo en español fue Arsenio Lupán y la aguja hueca. Fue una lectura rápida y entretenida. Lo cogí porque el hijo sacó de la biblioteca un libro sobre obras recomendadas de la literatura universal—o sea, Europa y Estados Unidos—y este título y Dr. Jekyll y Mr. Hyde le llamaron la atención. No sé porqué nunca antes había leído Lupan, si leí todo Holmes y algo de Poirot. Tal vez con ellos quemé esa etapa de la vida. Curioso que el protagonista sea el criminal, lo que pareciera mostrar los extremos de la rivalidad entre ingleses y franceses en ese momento de la historia. 

Traté de explicarle al hijo que aquella literatura de universal no tiene nada. Ojalá ya hayan dejado de usar ese mote engañoso.

¿Qué pasará en el 2023? En el horizonte hay un viaje que puede cambiar los planes de lectura. Tengo ganas de leer Guerra y Paz, pero aún no me decido. Ya hay un par de libros japoneses en la pila, con otro montón de cosas en español que no he leído. Sigo leyendo manga, viendo anime, y jugando juegos de mesa, que sustraen tiempo de lectura. Este año también vi una que otra serie de tv, ahora que tenemos acceso a los servicios de streamming. Quizá la amenaza más grande en el horizonte es la inminente llegada de la segunda parte de Zelda, el cual hace unos años se llevó más de cien horas de lectura—o proporcionó senda horas de placer. Este año también jugué hasta la saciedad Hades, el extraño caso de un juego de video que ganó un premio literario. La segunda parte también fue anunciada.

En todo caso, ojalá estos problemas del primer mundo sigan siendo lo más angustiante del año para todos, y que la vida siga llena de bonitas sorpresas.

Feliz 2023. Besos y abrazos.