martes, abril 24, 2007

300

En el año 2007, el ocaso de la segunda era de la tecnología, una pareja está a punto de vivir un drama del siglo pasado.

Ella una esposa frustrada. Él, un empleado por horas que sobrelleva las precariedades de la situación movido por sus anhelos de amar. Uno para el otro, lograran lo que parecía imposible: un divorcio, la esperanza de un futuro modesto pero feliz.

Nunca se imaginaron que el fruto de su pasión estuviese proscrito desde su concepción.

300

Algunos, en algún lado, hace 300 días

300


300 los días que deben pasar antes de que el hijo de una divorciada no se presuma vástago del ex marido y por tanto deba llevar su apellido (Código Civil, Artículo 772, 1898)

Él, soportándola con su brazo y mirándola mojar en lágrimas al bebé que ríe inocente: "¿Es esta la pena que debemos pagar?"

Helicópteros rodeando la Torre de Tokyo.

Un anciano arrugado, en perfecto traje, en medio de la imponente plenaria de la cámara: "Eso puede ser cierto, pero normalmente las cosas pasan en orden: usted se divorcia y luego concibe al hijo de su nuevo compañero."

Los tres subiendo presurosos las escaleras de la torre.

Un abogado joven, de pelo largo hasta la nuca y gafas sobrias, en medio de un juicio: "... pero los tiempos han cambiado, su señoría"

Helicópteros y escaleras.

Un periodista a la entrada de lo que tiene que ser un tribunal: "¿Qué piensa de su conducta?" La madre, golpeada pero digna, sin el bebé en sus brazos: "Se que lo que hice fue ilegal", relámpagos, obturadores, "pero el niño es inocente y no tiene porque sufrir".

Escaleras, helicópteros.

El viejo, iracundo: "Si aceptáramos la prueba de ADN estaríamos abriendo la puerta a que una mujer pueda quedar embarazada durante el proceso de divorcio."

El padre gritando: "¡Sólo queremos ser felices!"

El bebé parece resbalar en el mirador de la torre.

Helicópteros.

El padre grita al cielo: "Noooooooooo"

El anciano cierra los ojos.

El abogado baja la cabeza.

La madre se estira en el aire intentando alcanzar algo.

La pantalla oscurece y se escucha:

"Ellos quieren proteger la familia...
... eso es lo que queremos hacer nosotros"

300

Sólo acá,

panÓptiko

Basado en una historia real.

martes, abril 17, 2007

Un País Estrecho

Cerezo nocturno en el Parque de Occidente

Hace unos días viajaba con un amigo japones hacia su casa en el pueblito cercano de Iwanuma, cuando me notó distraido con el paisaje. Al contrario de lo que muchos piensan, no todo Japón es una masa urbana informe, y en el camino podían verse pequeñas casas en medio de medianos campos de cultivo, separadas unas de otras quizá trescientos metros. "Muy útil vivir en una de esas casas, se puede hacer ruido y no se molesta a los vecinos" comentó mi amigo, y mientras nos reímos alcance a pensar en que yo hubiera dicho lo mismo, en esas cosas que compartimos los citadinos a pesar de nuestro origen. "El problema es que la gente se muere y nadie se da cuenta".

Esto último también pasa en nuestras realidades pero de seguro con menos frecuencia que en estas tierras. Sin lugar a dudas el perfil demográfico influye fuertemente, aún también la prolijidad en el trato y el "respeto" a la individualidad tienen un papel dentro del fenómeno. El control sobre la manera en que los individuos se comportan dentro de la sociedad japonesa recae principalmente en el grupo al que pertenezcan, donde esa individualidad es casi inexistente, moldeada a conveniencia del grupo. Pero si el grupo en una evolución consecuente concluye que tener el pelo morado - por decir algo - no tiene ningún inconveniente, pues este se verá rondar por la calles sin el menor viso de vergüenza. Así que si uno decide desaparecer del mundo y no salir de la casa, o salir y no hablar con nadie, la gente al rededor supone que esos son los códigos del grupo en el que se desenvuelve, por lo cual no tiene sentido cuestionarlo.

Lo que no deja de sorprenderme - aunque no es que lo de arriba no me sorprenda, mas bien creo que ahora me maravilla - son las locuras que pueden estar asociadas al modelo. Hace unas semanas encontraron los cuerpos de cinco miembros de una familia en una casa en la prefectura de Fukuoka, Kyushu. Los exámenes de ADN fueron los que permitieron determinar el parentesco, ya que todo parece indicar que son mas de tres los anos que llevan descomponiéndose juntos, aunque no se sabe bien la fecha, el orden, ni las circunstancias. Los cadáaveres corresponden a los padres, nacidos en 1908 y 1915, y tres de sus hijos, nacidos en 1942, 1944 y 1951. Otros tres hijos de la pareja, encontrados durante la investigación, sugirieron a las autoridades que las cinco muertes fueron por causas naturales. Al preguntar porque los cuerpos no habían sido apropiadamente dispuestos, argumentaron creer que la gente resucita después de muerta.

Al pendiente de las "autoridades",

panÓptiko

miércoles, abril 04, 2007

Tomémonos otro tinto


Sólo para contarles que ya salió el nuevo café de temporada, llamado: “Colombia Jazmín” – está escrito al frente. Viene en una bonita lata verde decorada con guacamayas, orquídeas, granos de café, hojas de plátano, de palma y de otras – supongo de café, pero vaya uno a saber –, todo en un fondo de montaña y sol; disponible ya en todos los supermercados y tiendas del país. ¿Pero quién distribuye nuestro café de esta manera tan bella, dejando en el consumidor común una imagen tan distinta de la que circula generalmente en los medios sobre el país? Pues quién más, The Coca Cola Company.

Sírvame otro,

panÓptiko

P.D. Ya viene.

P.D.D. Feliz Aniversario.