Exile para el emperador
Esta semana se cumplieron veinte años de que el emperador Akihito asumiera el puesto de su por siempre controversial padre, Hirohito. Mucho se han comentado sus palabras, la esperada proclama por la paz mundial, la sugerida expiación del papel de la casa imperial durante la Segunda Guerra Mundial, la ambigua mención a los sacrificios sobre los cuales ha sido posible construir la nación japonesa. Pero algo que parece pasar desapercibido son las galas elegidas para tal ocasión, en especial la actuación del grupo musical EXILE.
Exile Ti Amo
Cuesta creer que esta celebración, en toda su solemnidad, encuentre en esta tropa de catorce truhanes zangoloteantes el garbo requerido. En un país cundido de bellas cantantes de voces nirvánicas, encontrarse a estos tipos que normalmente uno esquivaría en la calle es inconcebible. ¿Qué nos pueden decir sus caras y porte de mafiosos? ¿Cuál es la naturaleza del país del sol, tema interpretado en el video? Es de suponer que dada su historia, Japón no se puede permitir una fiesta demasiado tradicional, que genere suspicacias sobre una posible incitación al nacionalismo. Y también es cierto que el grupo se encuentra dentro de los más populares del momento, y que es de artistas ser transgresores. ¿Será otra muestra de unidad a pesar de la tendencia?
Pero si hay algo que llame la atención es la naturaleza de sus coreografías, sin duda de vanguardia. En su repertorio de pasos se puede encontrar una mezcla ecléctica de hip-hop americano, combinado con poses del teatro clásico europeo, zigzags rocanroleros, reveces 'moonwalker'eanos, y la fluidez del pulpo, todo con el fondo de una balada sentida. Es difícil de creer que estos tipos puedan bailar así por dos horas, pero eso sería olvidar que les corre por las venas una tradición de artes marciales y malabares. Puede ser este revuelto de disparates lo que estima el emperador conveniente mostrar para complacer un público, nacional e internacional, escéptico y predispuesto al malpensamiento. O puede ser que, como su padre, Akihito es sólo un títere de los generales de hoy, que traman dominar al mundo con su danza suicida.
Incluso en el baile, el eterno retorno.
Pero si hay algo que llame la atención es la naturaleza de sus coreografías, sin duda de vanguardia. En su repertorio de pasos se puede encontrar una mezcla ecléctica de hip-hop americano, combinado con poses del teatro clásico europeo, zigzags rocanroleros, reveces 'moonwalker'eanos, y la fluidez del pulpo, todo con el fondo de una balada sentida. Es difícil de creer que estos tipos puedan bailar así por dos horas, pero eso sería olvidar que les corre por las venas una tradición de artes marciales y malabares. Puede ser este revuelto de disparates lo que estima el emperador conveniente mostrar para complacer un público, nacional e internacional, escéptico y predispuesto al malpensamiento. O puede ser que, como su padre, Akihito es sólo un títere de los generales de hoy, que traman dominar al mundo con su danza suicida.
Incluso en el baile, el eterno retorno.
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