lunes, octubre 19, 2009

El color de la limosna

Después de dos semanas a punta de un jugo artificialmente "pulposo" de mango-naranja, me encontré con una síntesis más placentera de melón, limón y jazmín. ¿Quién habrá descubierto el secreto de tan refrescante combinación? Cómo tantas cosas por acá o fueron los nativos o los chinos, o los mejicanos (?!). Claro, porque Filipinas era una provincia adjunta a Méjico en tiempos de la colonia española, por aquello de que había menos truhanes de por medio. Con el comercio de los galeones que fueron y vinieron por más de un siglo, supongo que mucho pasó de lado a lado.

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Hoy tuve una simpática entrevista con una antropóloga de la universidad Ateneo de Manila, quién entre los ochentas y los noventas trabajó para la UNICEF en Nairobi, con una fugaz estancia en Bogotá. Dentro de las cosas que vio en la ciudad de aquellas épocas, lo que más le impactó fue ver a niños blancos pidiendo limosna. El mestizaje en el archipiélago mantuvo siempre un sello de distinción, algo insostenible con nuestro 90% de degradé.

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Al siguiente día de llegar a Manila, entre otras tragedias, dañé la cámara.

A propósito: que livianas y prácticas son las cámaras desechables.

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