miércoles, junio 10, 2009

Soldados del futuro

El cambio en la naturaleza de los conflictos

Caricatura de Kal, Mayo 7, 2009 - El Economist

Hace unos años, un querido profesor nos dijo en clase algo así como : "un soldado es un violador en potencia", y, después de un silencio - el que también quiero que se tomen para pensar en la afirmación- pasó a analizar la vida de estos personajes. La misión del soldado es defender la patria, y por ello está listo a entregar la vida en cualquier momento. Esta es una labor muy loable, de esto no cabe duda. Pero como cualquier momento puede ser mañana, el soldado vive cada día como si fuese el último. Es así que las mujeres, desde siempre, han sido un botín de la batalla, una recompensa para la tropa. Tanto, que debido a su notable incidencia en los recientes conflictos en Sudán y la República Democrática del Congo, el Concejo de Seguridad de las Naciones Unidas declaró la violación un arma de guerra y una amenaza a la seguridad internacional - en esta nota de la BBC se menciona también a Yugoslavia, Rwanda y Liberia, pero en otras semejantes aparecen Colombia, Vietnam, y de ahí para atrás.

Por otra parte, el soldado es entrenado para matar, y en ello se distancia en buena medida de la normalidad de sus protegidos. No es sólo el acceso permanente a las armas de fuego - herramienta que pone a la mano de cualquiera la aniquilación del semejante - sino también su entrenamiento, la manera en que aprende a ver y a reaccionar al entorno. El soldado repite hasta el cansancio rutinas de combate cuerpo a cuerpo en las que simula la muerte del contrario, de manera que cuando llegue la hora de la verdad actúe por reflejo, que mate sin pensar. Al soldado se le somete a varias series de simulacros, como ha analizado James Der Derian del Watson Institute, de manera que se trivializa la muerte del enemigo, se hace casi un juego. Por todo esto, el soldado puede tener problemas viviendo de nuevo entre los simples mortales, con sus problemas banales, en su burbuja lejana a los horrores de la guerra.

Para cumplir su misión, el soldado es entrenado para resistir condiciones extremas, frío, calor, humedad, alimañas, poca comida, poco sueño. Una pesada carga psicológica debe soportar el soldado. Prueba de ello son los suicidios en las fuerzas armadas, como apareció esta semana en El Tiempo. Las condiciones más crueles curten la psique del soldado y, una vez este vuelve a ser uno más en la sociedad, le llenará de coraje encontrarse con las niñerías que atormentan a los malcriados hijos de papi. Lo paradójico del asunto, es que la vida ridícula de las clases acomodadas es posible sólo gracias a la vocación del soldado. El soldado no está dispuesto a perder la batalla, pero tampoco está preparado para ganarla.

Se puede partir de esta paradoja para cuestionar el futuro de las instituciones que nos protegieron victoriosamente en el pasado - me refiero acá a la generalidad mundial, aunque esto sea un pasado reciente, o un pasado próximo, en el caso de Colombia. En ello es diciente la noticia de la sentencia de la Alta Corte británica respecto al caso del soldado Jason Smith, aparecida el 23 de mayo en la revista The Economist. Smith murió insolado en Iraq durante el 2003, debido a un fallo en seguir los "procedimentos apropiados" para la situación. La madre del soldado no se contentó con esta explicación y llevó el caso a la máxima instancia, que decretó que a los soldados se les deben protejer los derecho humanos, tanto en las bases como cuando patrullan o van a la batalla.

La preocupación del ejército, presentado por el diario inglés, es muy ilustrativa sobre la carga soportada por las tropas. Primero, hace dudar a los comandantes en el momento de emprender misiones muy riesgosas - parece que los Rambos del mundo real van a la fuerza. Los comandantes también tendrán que pensarsela antes de enviar soldados sin el equipo adecuado, lo que significaría exposición innecesaria. La sentencia también implica que todos los procesos que investigan las bajas de los ejércitos deben ser transparentes a la ciudadanía, y no excusarse en aquello de la "seguridad nacional". Todo esto, un proceso de devolverle la humanidad al soldado.

Con nada de esto pretendo empañar el papel importantísimo de los soldados en el contexto nacional. Antes al contrario, como irónicamente comenta otro diario inglés, se trata de dar a los soldados una protección que ya se les da a los criminales. Puede que suene un poco inconsecuente ante la coyuntura actual de los llamados "falsos positivos", pero pocos se detienen a pensar sobre las características internas del ejercicio militar que los hacen capaces de tales atrocidades. Una componente primordial de la seguridad humana depende de como las instituciones que nos defienden de las amenazas que queremos queden en el ayer, hagan este ayer posible .

OAGS

P.D. Tal vez no era esta la manera como me imaginaba que iba a empezar la historia de la seguridad humana, pero ante la coyuntura noticiosa, lo mejor era aprovechar (sobre el mismo rema se quedan muchos elementos por el camino, como los inmigrantes en los ejércitos, entre tantos otros cambios en el aparato tradicional de seguridad - otra vez será). Incluso, si se las quiere dar uno de académico, hasta podría decir que a la mejor manera de Derrida - al que no he leído - lo primero es deconstruir el concepto de seguridad, para luego reconstruirlo.

7 comentarios:

Javier Moreno dijo...

Buena reflexión. Me recuerda mis conversaciones con soldados regulares en la escuela de artillería, en 1995, y, guardadas las proporciones, mi propio entrenamiento militar de tres meses, que incluía cátedras dictadas por sargentos iletrados sobre "malicia indígena", "derechos humanos", "lanzagranadas", "infantería" y "orden interno." Lo que más me impactó en su momento es que, salvo por algunos privilegios que teníamos como soldados bachilleres, nuestra instrucción no difería de la de los muchachos reclutados a la fuerza. Increiblemente, luego de tres meses de insultarlos e instruirlos malamente (igual que a nosotros), los mandaban a zonas rojas a jugarse la vida y darse bala con el enemigo malo. Allá, entre el plomo, era donde aprendían a combatir.

Daniel Vaughan dijo...

Oscar,

Interesante el post. Si lo entiendo bien, su hipótesis general se sintetiza en esta frase: "Se puede partir de esta paradoja para cuestionar el futuro de las instituciones que nos protegieron victoriosamente en el pasado".

Creo que tal vez minimiza el poder que tienen las fuerzas militares en cualquier pais del mundo, y los incentivos, muchas veces perversos y claros, para perpetuar el conflicto (esta hipótesis se ha mantenido constantemente en Colombia, y sólo hasta los recientes éxitos militares se ha puesto en entredicho, pero habrá que ver). Lo de los falsos positivos tampoco es nuevo: los incentivos para mostrar resultados siempre han estado ahí (yo por ejemplo, cada vez que sale en las noticias que encontraron un arsenal en tal parte, siempre lo pongo en duda: realmente qué puede uno creer?).

Y bueno, como siempre hasta ahora, sigo sin entender muy bien el cuento de la seguridad humana. Espero que siga escribiendo sobre esto acá para ver si le logro seguir, por fin, el cuento.

Suerte y siga escribiendo.

pd. Estoy tratando de coger disciplina y empezar a escribir también. Pásese por "mi blog" (suena rarísimo eso de tener un "blog"): traté de expandir sobre una idea que quedó suelta en el blog de Alejandro.

panÓptiko dijo...

Javier, gracias, esa era la idea, aunque lo que relata puede ser más perturbador. No se si ha leído un reportaje sobre como se ven guerrilleros y soldados entre ellos - salió en el Malpensante hace unos años. Tal vez sea de Yolanda Reyes. Recomendado

Daniel,

No minimizo el poder de las fuerzas militares, al contrario, porque entiendo su gran importancia es que cuestiono la manera en que evoluciona esta institución y sus posibles consecuencias. El gran interrogante es como generar - o encausar - el cambio. La acción de las cortes es una opción, pero... habrá alguna forma de generar el cambio desde adentro?

Otro punto de su comentario que me inquieta un poco es que se vaya de manera muy ligera al análisis de incentivos, sin detenerse a pensar la cuestión ética. De seguro el análisis de incentivos será necesario para intentar proponer alguna solución, pero con mi comentario buscaba mostrar como se enseña en el seno de la misma sociedad a matar. Si la vida es el valor fundamental que queremos proteger, habrá que analizar todos los espacios donde esta se pone en riesgo.

Como ya sabe, explicar la Seguridad Humana es la intención de este espacio, y si me tiene paciencia, tal vez logre explicarle mi percepción del asunto.

Saludos,

Javier Moreno dijo...

No lo he leído. Difícil conseguirlo desde acá. ¿Cómo se ven?

panÓptiko dijo...

Acá está el artículo. Hace mucho que lo leí, pero por bueno es que me acuerdo. Es de Juanita León - Ficción y Realidad del Conflicto.

Daniel Vaughan dijo...

Óscar,

Creo que lo que nos diferencia a usted a mi (aunque tal vez no) es que yo, tal vez por mi profesión, veo ser soldado como una profesión, así que no hay juicios éticos al respecto. Tal vez no entiendo su punto ---culpa mía como siempre, así que esta vez el que le pide paciencia soy yo--- pero no veo el dilema ético. Parecería ser algo como "en nuestra sociedad es moralmente incorrecto matar, pero aún así, hay unos personajes que sobresalen porque a ellos los formamos para que maten". Y bueno, el contraste es claro e importante (y necesario que nos lo recuerden, como usted hace), pero realmente no hay un dilema ético.

Claro, puede haber un dilema ético si el quehacer profesional pasa a la esfera de la vida cotidiana, cosa que pasa mucho sobre todo con personas que han estado mucho tiempo metidos en la guerra. Y ahí es cuando creo que vale la pena volver a ver el ejercicio de ser soldado como una profesión y los detalles que acarrea, como por ejemplo un "premium" en el salario que debe ser inexistente en el caso colombiano, me imagino, aunque seguro compensan con privilegios pensionales. Adicionalmente debería haber ayuda psicológica eficaz. Por lo visto con los soldados que han sido secuestrados, esto tampoco funciona muy bien en Colombia.

Así que bueno, después de hacer un brevísimo inventario de las corresponsabilidades del Estado frente a los soldados me doy cuenta que su llamado de atención es aún más importante.

DV

panÓptiko dijo...

Daniel,

En el corazón de la seguridad percibida por los ciudadanos está todo aquello que es de vida o muerte. Por ejemplo, la campaña de las cruces negras en donde moría alguien atropellado en Bogotá, debió su éxito a generar conciencia de muerte al no pasar la calle por la cebra. Mi hipótesis es que la percepción general de como se propina muerte en la sociedad afecta los juicios éticos de los ciudadanos. Los soldados, como referente tradicional de la seguridad, juegan un papel importante en ello.

Espero mostrarle más ejemplos en los meses que vienen - y también discutir respecto de los incentivos, por supuesto.

Saludos,